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Hasta el mismísimo gurú Gato de Ursaria Trinidad - que algunos creían anacoreta de por vida de lo silencioso que se había tornado - saltó del Nirvana Poético de los elegidos a la tangible tierra del artículo y levantó su voz ante la multitud para hablar de las sinceras cualidades curativas de la pereza, no siempre bien vista y nunca bastante ponderada; sobre todo si se la aliña con cuarto y mitad de pensamiento trascendente, y algún que otro ripio populachero tal que me doy un asco a mi mismo que no veas.
Era, según sus lectores, la ironía y elegancia.
A mi admirado Maestro, Enrique Gracia