De violeta

Extraída de Google


A las gentes de Burujón

Aquí la raya del horizonte es línea
fina difuminada por la amplitud.
Aquí la niebla y la escarcha blanquean
los surcos recientemente abiertos.

Aquí el frío corta y tiñe de violeta
la piel, y todo está como dormido.
Aquí la helada que tomas de las plantas
se te derrite prontamente en la mano.

Aquí se advierte fácilmente que hielo
somos al calor del paso del tiempo,
y que nos vamos licuando y cayendo.

Aquí la verdad está escrita en la cuneta
de los caminos con palabras sencillas,
y todo es natural y nada da miedo.

Si no hay paz (2)

Extraída de Google

II

Hoy la vida que es luz
permanece sepulta en este otoño
por un cuajo dorado 
de Tánatos excrecencia asesina. 

Al monstruo del terror
que ha nacido del odio
y que mata con fuego
con diluvio de fuego vitalizan.

Que los dioses que alientan
en la gente inocente
nos protejan de este monstruo asesino 
que se nutre del llanto y del horror.

Y no de horca y cuchillo los señores 
que avivan este incendio 
que nos destruye tanto 
como a ellos alimenta en su ambición.


Y que el azul perfume

Fotografía de Natalia Drepina


Retengo la sospecha en remojo,
quiero nutrirla, no desampararla sistemáticamente con mi
                                                                             [actitud,

ella trenza mis pecados y los vende al mejor postor,
acato la orden que produce el dharma a su llegada,
tiemblan los papeles y suda la pluma
hasta escribirme de nuevo en tu mundo.
Contemplo.
Las palabras me depositan en ese lugar imperdonable para
                                                                              [el mundo,
el amor no combate,
se hiere y lame sus heridas,
se cubre de la lanza
(eterno desafío),
con un lápiz riega su viento y enseña a la vida el comienzo,
la hora larga de un diminuto sueño.

Es ambigua la encrucijada de interrogantes
solapando el borde de mi espalda,
recorrerla con besos o manos,
caminarla con suelas de espuma borrando su cuerpo
apenas de púrpura la inmensidad de su grito.

El secreto está
en amasar la garganta con tus dedos
y que el azul perfume…
Y la sed no dialogue sutil disimulada.

Al final de la escalera

Presentación del libro
AL FINAL DE LA ESCALERA
de
Enrique Gracia Trinidad
Pincha en la imagen para más detalles

Love at first feel

Extraída de Google


       Mientras rebusco en el bolso, lo veo reflejado en el escaparate, con todas sus curvas, el negro brillante del cuero ajustado, impoluto. Puedo sentir en mi vientre el potencial rugido de esas entrañas tan varoniles. Sé que puedo domarlo, hacerlo mío, poseerlo y cabalgarlo con los tacones puestos.
       Acaricio el boleto. Si me toca el gordo, tendré ese deportivo del que me acabo de enamorar.

La balada de Brazodemar

ACTO DE PRESENTACIÓN

de
Pedro de Andrés


Viernes 4 de Diciembre, 19:30 horas.
Sala Espacio B
Buenavista, 39 Madrid
Metro Lavapiés



Pincha en la imagen para recoger la invitación




¿Te atreves?



Entre sábanas de seda
quisiera tenerte amor,
regocijarme en tu cuerpo
en tus brazos, tu calor.





Mi pasión… fruta prohibida
que te advierto, si probar
es del fruto de la vida
con aromas de avatar.

Puedo llevarte a otro mundo,
y yo allí te haré creer...
que el suspiro de un segundo
tiene nombre de mujer.

No obstante, si es que te atreves
no temes…lo irracional,
tú tendrás “el paraíso”
                                  …sin pecado original!

Si no hay paz (1)

Extraída de Google
I

Es noviembre veintiuno
otoño y de mañana.
Los tilos del jardín se han despertado
despojados de muchas de sus hojas
bronceadas, medio desnudos ya.

La hierba que es la vida
permanece sepulta
por un cuajo dorado que la atrapa
de Tánatos homicida excrecencia
que no tiene piedad.

Y un bando de gorriones
en paz consigo mismo
se ha posado en los claros de la guerra
inconsciente de lo que está pasando
bajo lluvia plomiza y pertinaz.

Minúsculo este cuadro
en el marco del mundo
parece que nos da los buenos días
sin saber ni querer saber siquiera
que no estamos tranquilos... si no hay PAZ.

Días contados

Extraída de Goolge


Estaba siempre sola,
siempre callada y quieta.
Se dolía del cuerpo magullado
pero más aún del alma,
a todas horas.

Pañuelitos de seda
colgaban de su cuello
ocultando las marcas
y la pena.


Una tarde de otoño
se cumplió la amenaza,
se apagaron las velas...
Aún se quedó más sola,
                                  más callada
                                                      y más quieta.


Invierno



Hace frío, de pronto ha llegado el invierno
y estoy en cueros vivos.
Sin un maldito harapo que cubra mi memoria,
ni me abrigue el futuro, solo queda


este miedo agarrado a la garganta
y este odio feroz a los espejos
y este atronador silencio de los pájaros
y esta cama sembrada de espejismos

este insomnio plagado de preguntas
este frío que quema entre las piernas
esta contradicción del propio cuerpo
esta verdad forjada en mil mentiras

este gusto salobre de las lágrimas
este amargo dulzor de la derrota
esta nostalgia de lo que no existe
esta caricatura de mí misma.

Esta tristeza de vivir la muerte
y este hastío de morir la vida.
Este temblor de ausencias y recuerdos
y esta espalda vacía de tus manos.

Ha llegado el invierno, así, de pronto
y me ha encontrado sola, en cueros vivos.

Isabel

Extraída de Google

       Isabel Felgueroso, la hija menor de Alfonso Felgueroso, el millonario que nació y murió pobre, tenía una librería a la entrada de la Calle de Tiraña. Pasaban los años sesenta sobre aquel local alquilado, sobre aquellos cuarenta metros cuadrados divididos en dos por una cortina de terciopelo azul marino.
       Recuerdo su sonrisa franca detrás del mostrador, el blanco cegadorde su cutis sobre el chaleco negro, la levedad rosada de sus pómulos; y aquellas manos de dedos largos y huesudos.
       En la librería entraban las madres: papel cebolla, de calco, un cuaderno de caligrafía, un lápiz, una goma de borrar. Y por la tarde, en tropel, como un huracán, los hijos: caramelos, pipas, regaliz rojo y negro. De vez en cuando, el hombre del traje claro y el sombrero de felpa, todo nariz: el vendedor.
       Recuerdo la redondez de las teclas negras y el amarillear de las letras blancas de la máquina de escribir. Y cuando me explicaba la posición de las manos sobre el teclado, su pecho maduro tras el recatado escote.
       Isabel Felgueroso ha muerto ya, sola, en medio de la limpieza fría de una residencia de ancianos. Dicen los que presenciaron su partida que estaba como dormida, que no hubo rigidez ni pérdida de color, bella en su belleza, y que de su cuerpo se levantaba el olor de las manzanas verdes.
       Recuerdo que la amé como sólo se ama a los doce años, con un miedo inocente y una pasión desbordada... y que la odié también. Pobre corazón de niño roto de celos, aquella tarde gris de besos y caricias.
       Desde entonces aborrezco el misterio del otro lado de las cortinas de terciopelo; de terciopelo azul marino, claro.

En el horizonte

Extraída de Google




En el horizonte
del atardecer callado,
entre el murmullo
de los silencios 
que susurran poemas
de amor,


con versos perfumados
de antiguos aromas,
surge la luna
vestida de terciopelo.


Su inmenso poder
diluye las cicatrices
dolorosas de la tarde
y el horizonte, cansado,
descansa en su cálido
regazo de terciopelo.

Meditación

Extraído de Google




       La consciencia múltiple está en ti, sólo te queda descubrir cómo sentir de modo práctico todas y cada una de las individuales consciencias celulares. 
       Medita, todo está en tu interior.
       ¿Qué une tanta potencia? La gravedad crea los límites y el por qué de los límites. El sol sigue activo cuando nosotros morimos, parece eterno. Hay tiempos de consciencia, niveles de consciencia. ¿La energía es vida? Se mueve. Se transforma. El Cosmos, todas las estrellas, todas las consciencias múltiples.
     Yo formo parte de esto. Un algo infinitesimal del todo. Las masas coronarias solares parecen caer sobre el sol, no salir de él.

Amor desconocido





Toda la paz que anhelo
se habría concentrado en tu mirada,
en tu pequeño cuerpecito nuevo
descansando en silencio junto a mí.


Después de tanto tiempo ahora comprendo
que nunca escucharé
un sonido más dulce que tu voz.


Que habría disfrutado
limpiando tus heridas,
alentando tus sueños,
cargando sobre mi alma tu mochila.


No sé qué voy a hacer
con los miles de besos
que casi sin saberlo
guardaba para ti.


Quisiera regresar
a esos años perdidos
en que estuvimos cerca.
Cuando vagaba sola
intentando aplazar lo inaplazable,
buscando alternativas engañosas,
mundos inexistentes.


Perdóname.
Siempre al final es demasiado tarde.


Ahora sé que el destierro será eterno
porque la paz que anhelo
es un amor que no conoceré.


Mi luna




Esta quietud que me envuelve
este sosiego interior,
era hora ya... que a mi vera
se acunase el ruiseñor.




Tañen campanas al aire
y el viento se precipita,
porque allí en aquella ermita
la luna... con su donaire
ha dado el Sí y habrá baile.


Con mantón color violeta
y su turbante de plata,
mi luna está “tan coqueta”
que mi pasión se desata.

Por broche lleva una estrella
y su marido el lucero
le ha dicho que es la más bella,
la joya del mundo entero.

Ahora mi luna palpita
es pícara y voluptuosa...
¡qué radiante, y qué bonita
va mi luna primorosa!









































Vago por una senda

Extraída de Google
Vago por una senda

luminosa y alegre
donde los versos
parecen guiarme hacia 
un lejano horizonte.

Mis huellas dibujan
la existencia.

El ayer agita los recuerdos
y llenan de nostalgia
la humilde alacena 
de mi atardecer.



Estampa de guerras y amores infantiles

Extraída de Google
Teníamos cinco balcones.
Detrás de la escalera principal,  
por querubines escoltada,
la escalera bastarda
conducía a los pisos interiores.  
Lloros,  gritos y risas de la chavalería.
Sin tenerlo prohibido no jugaba con ellos.  


Pero entre ellos había
una chiquilla rubia.
Pálida,  seria,  larguirucha,  
apenas en su boca un gracioso mohín.  


Inventé mil excusas para verla.
Con mi juguete favorito,  
la esperé en el portal.
Jamás vi tanto asombro en unos  ojos  
cuando en silencio le entregué mi tren.
En su universo,  no tenían
previstos los regalos.        


El hambre,  el frío y la metralla,  
se estrecharon las manos
en el segundo invierno de la guerra civil.
Que envidia despertaban las porteras,
que en la acera encendían sus braseros!


Aunque voté republicano
me aterraba salir.
Podría parecer
un  "señorito"  sospechoso.
Como cada mañana formé atemorizado
en la  "cola"  del pan.
Dicen que hoy habrá también
reparto de patatas.  


Al volver me detuvo una patrulla.
Me brindaba el Destino
la gloria de ser héroe,
y yo solo alcanzaba a ser cobarde.


Detrás de mí gritó
una miliciana:  
— Camaradas dejadle,
está de  "chupatintas"  
en nuestra Comandancia.
Le escoltaré yo misma hasta su domicilio.


Me resultaba familiar.
Cruzaba el correaje sus senos incipientes.
Pálida,  seria,  larguirucha,  
apenas en su boca un gracioso mohín.
— ¿Quién eres y por qué mentiste?  
¿Y por qué me has salvado?
— De ti fue mi primer y mi único juguete.  




Gran Hermano (EnR2)

La foto es de Santiago Solano
       Sí un círculo. Rabat es eso, un círculo polarizado. La pobreza máxima – esa gente de La Medina que parece vivir del aire - y la riqueza máxima – esa otra gente que representa la torre del rey: poder, pies sobre cabezas - juntas, sin una clase media. Ayer, nuestro guía particular, por la mañana nos llevó a ver las Ruinas de Chellah. Una hermosa fortificación del siglo XII levantada sobre un asentamiento romano del siglo II. Es un lugar mágico. A poco que te esfuerces ves con nitidez las dos culturas separadas por el tiempo, unidas ahora por las excavaciones. Sí, una ciudad romana dentro de una muralla árabe. Círculo. Otra vez esta sensación de inmersión. De esto también tengo fotos.
       Sobre la una ya estábamos muy cansados. Las largas caminatas van pesando cada día más. Comimos en el restaurante de siempre, bueno en la tasca de siempre, en La Medina, en esos dieciocho metros cuadrados atestado de mesas de madera cubiertas de un hule color pan tostado, lo mismo que las sillas, rodeados de ese azulejo blanco que representa dos pavos reales que se miran y dejan en el aire un surtido de flores variadas, blanco, todo muy blanco. Salsa de cebolla sobre pollo, sobre ternera. Sólo P tomó cordero. Todos agua, menos yo que Coca Cola. Luego siesta.
       Por la tarde vimos una exposición de pintura en la sala de exposiciones del Ministerio de Cultura. Una pintura en el límite de la línea, con dos bloques, que se repiten separados también por un espacio muerto en tonos pastel: fresa, chocolate. Le pregunté al pintor que por qué la línea… Él me contestó que es su obsesión, que no puede por más que lo intente desembarazarse de ella, del armazón de la pintura. A la segunda pregunta contestó que efectivamente, entre cada persona e incluso entre cada pueblo hay un abismo, un abismo insalvable.
       Luego, habíamos quedado a las seis de la tarde, nos encontramos con un funcionario español que trabaja aquí, que es de la familia. Nos hizo un recorrido en coche, por la ciudad, al atardecer, y ya en la noche. Nos llevó a ver el barrio de las Lalas, creo que dijo, el barrio de los princesas, de la gente de dinero, en las afueras, rodeando la miseria del interior, grandes extensiones de terreno bien cuidado, caballerizas, campos de polo…, luego nos llevó a un mercado nocturno en una zona llamada takadoum – por cierto en La Red podréis encontrar el vídeo del baile de un tío contento, fijaos en la gente que pasa, y en el suelo, y en los productos que se ofrecen en los puestos ambulantes, os darán una ligera idea de lo que es: faltan los olores -. Allí vimos las casas en las que esperan los inmigrantes ilegales que luego pasan a Europa, palpamos el buscarse la vida de cualquier manera, con las manos vacías, fuera del orden que supone nuestra civilización, nuestra España, nuestros valores tradicionales y liberales, nuestra libertad.
       En la cena, por supuesto en un restaurante típico, hay fotos, hablamos de la invasión pacífica que el Islam sigue ejecutando en Europa. De lo clarito que tienen en esta parte del mundo, los que piensan, esa minoría a caballo, las cosas: aquí el rojo de las murallas es rojo, no te dejan decir otra cosa. Aquí el azul es azul, pero sólo azul, no hay medias tintas. El fanatismo va poco a poco entrando en nuestro primer mundo, y con él la destrucción de esa hermosa clase media acomodada en la que vivimos la mayoría. En Toledo ya han conseguido una gran explanada para orar en el Ramadán, públicamente. Yo lo tengo muy claro. Prefiero mi España a esto. ¿Y vosotros?




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COMENTARIOS




Alicia 
6 de octubre de 2009, 7:37 
Santiago, la necesidad de hacer la pregunta casi ofende. Ya sabes cuál es la respuesta. Para empezar no me gustan los círculos. Círculo significa un espacio cerrado y necesariamente los conceptos del binomio afuera y adentro. Nunca me ha gustado la expresión de "pertenecer a un círculo". Prefiero pertenecer a un grupo. Lo veo más variable en el espacio y en el tiempo. Por otra parte te indicaré, sin ningún ánimo de molestar ni corregirte, el pequeño matiz de la falta de un prefijo. Rabat no es un circulo polarizado, lo es bipolarizado. Dos situaciones extremas. El problema saharaui no es algo que se pueda solucionar en días. Habrá que conformarse con empezar a amortiguar los problemas y que los políticos se olviden de otros intereses que no sean los estrictamente humanitarios. Ya se que es una utopía. En fin. Mientras tanto en la prensa de hoy aparece que "España y Marruecos viven un momento dulce" en vísperas de la primera Reunión de Alto Nivel (RAN) con Marruecos celebrada por este Gobierno.  ¿No estarás de avanzadilla para ir allanando el camino?  Santiago, te entiendo mucho mejor como cronista. Te seguiré leyendo. Un abrazo,

Anonymous 
16 de octubre de 2009, 9:40 
Pues, Alicia, lo del espacio al aire libre para la oración islámica en Toledo es ya toda una realidad. A lo mejor la pregunta no debí formularla aquí, que parece ser que todo el mundo lo tiene muy claro. A lo mejor la pregunta hay que hacerla en otro lado. Pero de la necesidad de la pregunta no tengo duda. Porque parece ser que se ha asentado en nuestro primer mundo ese todo vale con tal de seguir sentado en el banco del poder, del dinero, del bienestar. Y hay valores que defender contra al fanatismo. Lo que pasa es que yo ahora lo veo tan de cerca que mi voz se alza, como ya hizo en otro tiempo contra otros fanatismos. La idea de círculo es lo que me está machacando la cabeza desde que llegué a esta ciudad. Así lo vivo, así lo cuento. Si pones el “bi...” delante, parece que estén al mismo nivel los dos extremos, y, te lo aseguro, no lo están. Los dos extremos no forman parte de algo, sencillamente se excluyen mutuamente. Están, se ignoran. No sé qué ocurrirá el día que se reconozcan. Ellos verán. De ahí polaridad, tal como yo la entiendo. A lo mejor no es el término exacto. Pero es mi humilde parecer. Esto es crónica, más crónica social esta vez, que crónica sentimental, que son las otras. Pero la persona que viaja con uno también tiene su corazoncito, y a veces, se le escapa por delante, que no sé si está bien o no. De todas formas y para que vayas pensando, hasta ahora he dicho que nuestro guía personal nos va arreglando los pequeños desaguisados que el viaje nos está proporcionando; y nadie, nadie ha preguntado. ¿Y quién ese guía tan fantástico que todo lo arregla? ¡Hala, ID pensando! A ver si alguien acierta. Pistas: Es alto, con barba, con luengas barbas, lleva un bastón en la mano, un bastón muy especial. Y conoce el mundo, éste, y otros muchos. Vuestro cronista de ESCRITORES EN RED en Rabat, Santiago Solano. Un besazo muy fuerte. 

Mari Carmen 
16 de octubre de 2009, 11:23 
Marruecos, tiene ciudades fascinantes como Marrakech y su plaza Jemaa el Fna , Fez y su medina; fantásticos paisajes como el Alto Atlas...y sin embargo, no recomiendo a cualquiera su visita. Tienes razón, allí se vislumbra más fácilmente la pobreza, porque falta la clase media que en otros países hace que se distorsione o difumine la realidad. Pero aunque no lo creas no lo has visto todo, te falta conocer a los pobres de los pobres, pregunta sobre la situación de los beréberes. Hijos de los primitivos pobladores del país y sin embargo, despreciados, abandonados por todos. Yo viajé hace años allí, entonces el rey era Mohammed VI y sentí la represión de la que hablas. La magnífica mezquita de Casablanca se estaba construyendo con “suscripción popular”. En todos los lugares: tiendas, bares...había una foto del rey que me recordó los tiempos en los que en España...bueno no creo que tenga que explicaros nada. Delante de mi vi dar una paliza a un niño, no mayor de trece años, por parte de la policía y sin poder hacer nada. Existía una mafia entre los guías oficiales y las pobres gentes que sólo intentaban ganarse la vida... Creo que voy a parar, el cronista eres tú. Espero que me confirmes que algo de aquello ha cambiado. Un saludo. 

Anonymous 
16 de octubre de 2009, 13:58 
En Rabat hemos visto todos los días, menos hoy viernes, manifestaciones frente al congreso. Martes los azules, miércoles los verdes, jueves los naranja. Poca gente sí, pero con megáfono y todo. Iban así, con una camiseta del color que os digo, casi alineados, lo que creo que indica que estaba autorizada. Eso en otros tiempos era impensable. El desarrollo acelerado que se vive aquí en Rabat con la instalación del tranvía, cruzando el río..., entre otras cosas, da la sensación de que algo se nueve. Ya lo he anotado en una de las crónicas. Pero claro, esto son anotaciones, apreciaciones de un turista. Vuestro cronistas de ESCRITORES EN RED desde Rabat. Santiago Solano.

Enrique Gracia Trinidad 
16 de octubre de 2009, 15:15 
Querido Santiago: El guía ese tan especial, alto de largas barbas y un bastón muy especial en la mano... ¿no será Gandalf, colega y primo del Moisés cruzamaresrojos, que va de druida del Señor de los anillos? A lo mejor me equivoco, claro. Gracias por tus crónicas. Enrique. 

Anonymous 
16 de octubre de 2009, 15:55 
Circulos son todo...la vida es circular, los planetas son esféricos...Lo que importa es que esos "círculos" no sean cerrados, se toquen, se abran, sean secantes...en el sentido geométrico del término...Pero no olvidemos que, no sólo la geografía, sino también el lenguaje, las creencias, crean círculos...¿Por qué aceptar que los círculos sean cerrados, Alicia? Eso es en la geometría euclidiana y la formulación matemática clásica. La teoría cuántica nos lleva mas lejos. Todo punto (circulo diminuto, infinitesimalmente diminuto) no es una ubicación cerrada, sino constantemente abierta. El concepto de punto es muy interesante. Me gustaría que hablarais de él, porque es pluridimensional, no unidimensional, según los últimos avances matemáticos. Bueno, parece que se algo de esto, pero igual no se nada y me lo estoy inventando para crear polémica, je, je... 

Emilio 
16 de octubre de 2009, 16:04 
Que era yo...le dí a la tecla sin firmar... 
Port 

Anonymous 
16 de octubre de 2009, 16:18 
Pero bueno, Santiago y Mari Carmen...qué pasa...pero como sois...pero ¿"pa que vais"? que si los camellos, que si los mosquitos, que si los lodos después de los polvos, que si los retratos, que si la mafia, que si los desaguisados...y Goytisolo viviendo allí, tan ricamente...Hala, a Noruega que es lo que tenéis que a hacer los dos...o a Dinamarca, a hacer dibujitos para que luego os persigan y os fulminen...Ya me entendéis a que tipo de "dibujitos" me refiero. Es una pena porque los árabes trajeron la filosofía griega a Occidente, la astronomía, la medicina...los regadíos, los números actuales...El pueblo árabe ha sufrido una doble desertización: la traída por el empeoramiento de la climatología, que ha empobrecido sus tierras - un factor a tener muy en cuenta - y la desertización mental causada por una concepción teocrática de la vida que les ha sumido en la ignorancia y el estancamiento. Sólo ahora, en algunas naciones, Túnez, Jordania, entre ellas, y muy tímidamente, se empieza a respirar la libertad. En el caso de Marruecos, aunque parezca mentira, es mejor la monarquía actual a unas elecciones que ganaran los islamistas radicales. Lo mismo en Argelia. El ejército es el único garante de la libertad y la pluralidad.  Bueno, vale, cronista, que sigas... Ah, no, que ya vuelves creo... Port.

Mari Carmen 
17 de octubre de 2009, 0:35 
Querido Emilio, si hay que ir a Noruega o Dinamarca se va y si es en compañía de Santiago, mejor, que ha demostrado ser un cronista de primera. El problema que tengo con Marruecos es un conflicto interior con el que me revelo. Lo que más me gustó del viaje, es precisamente lo que les relega al pasado, como un museo viviente. La medina de Fez, es un verdadero laberinto anclado en un siglo ya pasado. Allí ves hacer los trabajos de manera artesanal...no como aquí que los vemos en ferias como una demostración lúdica, allí es su vida. De las cosas “más interesantes” es la visita a los curtidores, pues bien, con unas hojas de menta para poder soportar el olor y tras conseguir superar las nauseas, accedes a un recinto donde jóvenes, algunos casi niños, se introducen en agujeros llenos de orines de animales para pisar las pieles, Si has leído bien, ése es su trabajo durante horas y bajo un sol abrasador(ésto es sólo uno de los ejemplos). Cuando viajo traigo la maleta llena de souvenires, fotografías...pero lo que más valoro, es el recuerdo de sus gentes...y mis recuerdos de Marruecos, no fueron buenos. Es en el único país (de los que conozco) en el que se contrataba otro guía local, que caminaba tras el grupo para evitar problemas. Entre mis compañeros de viaje, dos jóvenes que viajaban solas, se dieron la vuelta a dos calles del hotel, por como las increparon...y no fueron los piropos que a veces se lanzan aquí. Terminé de escuchar “español pobre” hasta las narices...y sentí desprecio. Esta actitud mía no tiene nada que ver con el mundo árabe. Visité Túnez y volví encantada. Visité Egipto y volví tan contenta de sus gentes, de su país...que deseé poder comprar una casa para veranear allí. Túnez bajo el dominio francés, Egipto- inglés, Marruecos...español ¿será influencia nuestra?...seguro que sí. Del integrismo del mundo árabe...mejor no hablar. Cuando la religión y el gobierno van de la mano...este binomio nunca ha funcionado y si a ello le sumas unos cuantos “iluminados” ¿Solución? Difícil lo veo. Un saludo y espero que Santiago consiga hacer que cambie de actitud, aunque por lo que nos trasmite...creo que no.

Anonymous 
17 de octubre de 2009, 5:29 
Para Santiago y Mari Carmen, principalmente. Para todos, en general: No es que yo sea muy partidario de la ignorancia y del fundamentalismo precisamente...asì que sería maravilloso poder cambiar lo que conllevan. Y la pobreza. Si se combaten ambas, la ignorancia y la pobreza, algo se puede cambiar. Pero con Dios y Alá por encima y la promesa de "otra vida" con huríes y rios de leche y miel...es dificil mover los corazones necesarios para caminar en el progreso. Por eso algunos huyen. Por eso se van. Buscando algo mejor. Ojalá con el paso de los años traigan tambíén consigo lo que el Califato de Córdoba si tuvo: luz, arte, belleza, esplendor y conocimiento. Desgraciadamente los "fundamentalistas" dicen que con los Omeya empezó la decadencia. Y yo, nosotros, creo que pensamos exactamente lo contrario. Port. 

Mari Carmen 
17 de octubre de 2009, 7:44 
Por supuesto que estamos de acuerdo. El mundo árabe nos ha aportado mucho, y tiene mucho que dar, que regalar...pero vamos a necesitar mucho, mucho tiempo... y paciencia. Un beso. 

Anonymous 
17 de octubre de 2009, 7:44 
Con las disquisiciones filosóficas nos hemos olvidado de algo importante...Vaya hoja de cuaderno de viajes con la que nos ha deleitado Santiago...Buena Literatura, si señor. Eso es un escritor de raza, el que lleva su interior cosido a las palabras y describe el exterior como si volara. Como si volara el exterior, claro, porque el "cronista" se pasa la vida detrás del guía, en esos círculos, que a mi me fascinan, porque suelen ser concéntricos (Roma dentro de una civilización distinta superpuesta a su vez...y cuántas más vendrán...) en fin, menos mal que de vez cuando el famoso Guía ( ¿no será Dios, claro...? Alto - está arriba - con barbas luengas, que conoce este mundo y otros...ya tenemos dos propuestas, el Gandalf de Enrique y Dios, que no Alá... mira yo, que los "unifico" siempre, aquí los separo, dado que a Alá no se le puede representar sopena de amenaza de muerte por algunos ) bueno por donde íbamos, ah, si, pero que bien escribes, Santiago... Port. 

Antonio Castillo 
23 de octubre de 2009, 9:08 
Hola, amigos, me permitiréis que intervenga en esta polémica con una pizca de conocimiento de causa (tampoco demasiado) por acabar de regresar de Marraquech, tras hacer un circuito por la zona Sur del Atlas, digamos el desierto. Paisajes preciosos, sobre todo el llamado "erg" de dunas de arena, la comida poco variada y escasa, a veces sabrosa, pero no siempre. Yo al final términe intoxicado por algún alimento en mal estado (¡y eso que iba de cuatro estrellas!) y los últimos días fueron de muerte. Pero seguro que volveré, porque hay cosas que enamoran y una de ellas es la gente. Claro que te encuentras de todo, sinvergüenzas de tomo y lomo, como los de aquí, igualitos, y personas maravillosas que sufren su desgracia en silencio. Dejando a parte el hecho de que sea otra religión, más inmovilista que la nuestra, la que los come el coco, son nuestros hermanos pobres del Sur, tan cerca de nosotros... no os lo podéis imaginar, si no lo habéis visto desde el aire, lo próximas que están nuestras costas, y lo separados que estamos en el tiempo (aunque algunos dispongan de móviles de última generación). Conocí especialmente a dos de ellos, uno mal musulmán, algo borrachín y mujeriego, pero un profesional como la copa de un pino, y buena persona. El otro un buen creyente, también excelente en su trabajo y con un corazón de oro. Y he llegado a la conclusión de que si un hombre es bueno, el Islam no le hace malo, Pero un hombre malo, allí y en Roma, utilizará los recursos que le proporcione su credo para sacar provecho de su prójimo. Perdonadme el rollo. 

Rafael 
24 de octubre de 2009, 15:26 
Un debate interesante el que aquí se ha abierto: religión, política, diferencias sociales, económicas y culturales entre continentes. En fin, la historia misma, el tropezar una y otra vez con la misma piedra. Un debate que durante siglos no hemos sido capaces de cerrar por el problema de siempre; religión es poder, política es poder, ignorancia en manos sabias con intereses propios y particulares es poder; tantos disfraces y tan distintos armarios tiene este sastre… y quien es el primero que sentado a su trono renuncia a una pera en dulce, y no me refiero a los ciudadanos de a pie. Aunque bueno es que alcen la voz los de siempre, esos, los de a pie, poco más queda. Eso sí, a defenderse a capa y espada con la palabra junto a hermosos argumentos. La respuesta a tu pregunta, más bien adivinanza diría yo, Santiago ¿quien es el fantástico guía que os va solucionando todos los pormenores? Solo se me ocurre una respuesta, también la de siempre y tan antigua como el hombre “hoy día llamada don dinero” antes Trueque, favor, intercambio… En cuanto a las crónicas, increíbles, para disfrutarlas, como dice un compañero de esta casa, para meterles la cuchara. Un saludo. 


Gran Hermano (EnR1)

Rabat, 15 de octubre de 2009
Extraída de Google
Para Manuel Martínez-Carrasco y su sed de viaje.


       El martes trece, una vez que se levantó la niebla coránica y las calles se llenaron del ruido natural del ir y venir de los seres humanos, nos cambiamos de hotel. Nos vinimos a este Royal Hotel, en la Rue Amman. Es el doble de caro, pero te puedes dar una ducha con agua caliente, el olor de las aguas residuales no existe, y, de paso, y por pura casualidad, te puedes conectar a La Red vía WIFI: casi como en casa. Uno no se da cuenta de lo importante que es algo tan simple como una ducha hasta que uno no puede dársela. Entonces, desconcertado, uno descubre lo bien que se vive en España.
       Bueno. Nos fuimos a desayunar a una cafetería que hay aquí en frente. Un café con leche y una torta de maíz que tenía el aspecto de una tortilla de patatas poco más grande que la mano, pero de dos dedos de grosor; bajo el vuelo atento de las abejas, eso sí, que iban a lo suyo, a libar lo que pudieran. Por dentro era compacta, blandita y salada. El amargo del café, me gusta así, sin azúcar, y salado de la torta, un buen desayuno. Y a eso de las diez empezamos a caminar. Descubrimos que Rabat es blanca, como los pueblos del sur, como tu pueblo Manuel, Ulea, Cieza… pero desconchada, y añeja, con los cubos de basura volcados, o sin recoger. De nuevo el olor a putrefacto sobre unas calles de aceras, cemento y pavimento.
       Nuestro guía privado nos llevó a ver la catedral católica. Por fuera es blanca, como todo aquí. Ya te llama la atención que sólo haya una cruz: nada de representaciones humanas, nada de santos, ni de apóstoles. Un par de torres blancas subiendo hasta el azul del cielo, con adornos florales. Dentro, los bancos, y lo esperado. Un altar, un crucifijo grande, de tres metros mínimo, delante de una vidriera que lo pintarrajeaba de colores. Y otro más pequeño, sobre una peana, bajo la luz directa del sol que entraba desde la altura de una claraboya, junto al atril de lecturas. Pero nada más. Ni una Virgen María, ni un San José, ni un Santiago Apóstol. Estaba él solo, rodeado de este mundo florar y formal islámico, inmerso en esta decoración pagana. La soledad. Era la soledad de hombre dios en este mundo poseído por Alá.
       Lo sentí más claro al salir, no sé por qué. Era como si hubiera un dios dentro de otro, no luchando, sino coexistiendo; pero uno, el católico, dentro, o apresado, o encerrado, en el otro, el islámico. Me fui muy triste calle abajo, hacia el río; no sé por qué, porque a mí los dioses me parecen una vana ilusión de eternidad, nada más. Así que las obras del tranvía, que dan una sensación de provisionalidad exasperante, lo mismo que ahora en Madrid, que está para no ir, me parecieron un alivio, como un intento, pese a todo, del triunfo de la razón frente al impulso ciego de esa fiera que duerme en todos nosotros, es decir, el fanatismo.
       Luego llegamos a la muralla. Vimos los guardias a caballo, vestidos a la usanza antigua de este país. Entramos en la explanada, toda llena de columnas circulares, de poca altura, como si antes hubiera habido un templo, ahora derruido. Y sobre la destrucción, vimos la soledad imponente de la torre de ladrillo rojo, la soledad de su altura, al fondo, sobre el horizonte cargado del humo de los coches, su soledad geométrica. También vimos la tumba del Rey. Cuatro puertas orientadas a los puntos cardinales, con un soldado vestido a la antigua usanza, tal y como manda la tradición. Símbolos, hombres símbolo. Hombres que callan con su inmovilidad para que los muertos hablen de su poder, de lo que tuvieron y todavía tienen. Dentro otros cuatro guardias, uno en cada esquina. Y abajo, separado de la vida y de la realidad, la tumba. Mármol blanco, un rectángulo, sobre el otro mármol de color vinoso y terroso del suelo. Y luz, mucha luz; como para ahuyentar la oscuridad de la muerte. Pero lo peor era la soledad, de nuevo la soledad de lo intangible. ¡Ah, el poder de los dioses y lo hombres! Todo soledad, amigos.
       Bajamos a los jardines del rey, luego más abajo, hasta el río. Vimos las dos orillas, la magnificencia de la fortaleza de los Oudayas, en el horizonte, en la lejanía azul: río, mar, cielo. Luego entramos en La Medina. Ya conocíamos otras. Ya saben, tiendas, muchas tiendas. Cuero, baratijas… Todo muy junto, muy próximo, todo pegado, todo unido. Y los comerciantes sentados en sus bancos, mirándote pasar, con esos ojos del que ve caer la lluvia, ojos ausentes, ojos que miran hacia adentro. Lo más impactante en estas zonas comerciales son las calles transversales, a poco que te adentres en ellas, en lo desconocido, en el corazón de la selva humana, verás otras cosas. Un hombre ciego sentado en el suelo, con un turbante blanco, la cara negra, llena de arrugas, esquelético. Un puesto de fritos: pescado, carne, pimientos, humo, moscas, sobre madera, sobre ruedas de madera. Turbantes, velos que cubren los ojos negros, grandes, impactantes de las mujeres. Y las calles sin asfaltar. Y el agua de lavar las perolas en pequeños charcos fétidos. Ahí no te dejan hacer fotografías. El ayer ha cruzado la frontera, y no se puede fotografiar. Aunque no es cierto del todo. Yo tengo fotos, esas fotos que ahora no puedo mostrar para vosotros. Esto no es una película. Es hoy, y mañana, y pasado mañana. Esto ocurre todos los días, mientras tú sigues allí, en tu primer mundo, solo, un poco como en la tumba de este rey, como en la torre de este rey, alejado del movimiento en círculos incesante de esta gente y esta ciudad. Sí, la sensación está muy a flor de piel: Rabat es una ciudad circular, con un dios dentro de otro dios, con una cantidad ingente de pobreza encerrada tras una cadena de almenas nuevas, toda roja como la tierra, fuerte como el hierro. Sí, una ciudad amurallada que pone su cementerio cara al mar, por si hay una invasión, otra invasión. Es como si dijeran: “perdón, pero yo ya tengo mis muertos, no necesitamos más”.




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COMENTARIOS



Manuel
15 de octubre de 2009, 16:44
Ulea, siempre que la veo desde cierta distancia, me sugiere que, a la vuelta de la esquina aparecerá un Mar Muerto. Tal es su paisaje. Pero no: solo aparece el embalse de Ojós. Abierto, hermoso, lleno de aves y juncos, recordando la muerte del río unos metros más allá, sangrado hacia tres puntos cardinales para bien de no se sabe qué regadíos. Más abajo, el Segura, se vuelve un tímido regato difícilmente reconocible. En ciertos tramos apenas una acequia. En otros, en fin, solo aguas estancadas y mosquitos. Tu tierra mora, Santiago, al menos es similar a ella misma, no engaña en su miseria. Espero con ansia esas fotos prohibidas y un te con piñones y menta.

Alicia

16 de octubre de 2009, 6:10
Sé que según vayan avanzando los días serás todavía aún más consciente de la importancia que tienen a veces unos centímetros. Esos centímetros que nos separan en el mapa del lugar dónde te encuentras ahora. Me gustan tus crónicas con todo lujo de detalles. Adornadas con las opiniones sobre las situaciones de las que están siendo reportero de lujo. Un abrazo

Mari Carmen

16 de octubre de 2009, 10:14
Enhorabuena por el texto Santiago. ¿De verdad encuentras tanta soledad a tu alrededor? Cierto es que la describes magistralmente...pero ¿no estará en tu mirada? ¿No serás tú el que se eleva sobre la torre de marfil, mirando, examinando...ajeno a todo lo que te rodea? Manuel, enhorabuena a ti también, tu descripción del lago es todo un regalo. Un saludo.

Anonymous

16 de octubre de 2009, 13:49
Estimado Manuel. Me reconozco hermano tuyo en ese amor a la tierra, a tu tierra, del que hablas. He citado esos dos pueblos porque en ellos mi sangre ha cambiado de ritmo y ha circulado de otra manera, presa de la belleza que mis ojos le iban proporcionando. No sabría a ciencia cierta, ahora, qué fue, ni acaso darte algún detalle de ellos; pero sus nombres están en la base de datos de mi cerebro, subrayados, con mayúsculas. Me salen para hablar de esto que hablo, belleza y esa sensación de impotencia ante la dejadez de los que podrían realmente cambiar el mundo y lo dejan así, aparcado, esperando no sé qué espíritu santo, o qué milagro, o qué monsergas.
Estimada Alicia. Estas crónicas son eso, crónicas sentimentales. No pretendo nada más que eso. Allí estuve. Allí sentí esto… y creo que fue por esto.
Estimada Mari Carmen. Puede ser. Vamos es así. Es verdad que ante este paisaje, ante este escenario me siento solo, indefenso, lo que soy, apenas un grano de arena bajo la noche estrellada. ¡Qué cursi suena esto, pero que eficaz es también! Me siento así, no lo puedo remediar. Los pueblos que viven en castas, estas situaciones extremas, me llenan de soledad, tanto que o lo escribo o no puedo dormir. Esto ha sido siempre así. Siempre me sentido muy solo, desde niño. Ten en cuenta que mi padre tuvo que emigrar de Extremadura a Asturias, y yo fui hijo de emigrante. En la escuela, era yo solo contra todos los “güajes”, contra todo el lenguaje hostil. En la universidad lo mismo. No es extraño que en este exilio, aunque voluntario, toda aquella tormenta se levante contra mí y no me deje ver otras cosas.
Y ahora ya para todos: Esta tarde hemos tenido una mesa redonda entre todos los que formamos este grupo para que cada cual expusiera su experiencia del viaje. Los otros lo ven todo de otra manera. Uno de ellos tiraba de la historia para contar su viaje, otro argüía que ya les estamos ayudando con nuestra venida, con nuestros gastos; que el turismo ayuda al desarrollo. Nadie más que yo ha hablado del viaje de los sentidos del que yo hablo. De nuevo estoy solo, también en esto. Abrazos, besos, a todos/todas. Vuestro cronista de ESCRITORES EN RED desde Rabat.

Mari Carmen

16 de octubre de 2009, 14:23
Santiago, las murallas, los círculos...la soledad, no son infranqueables, se pueden derribar. No se puede mirar siempre desde el exterior. Un saludo.

 Anonymous

17 de octubre de 2009, 16:41
"......Lo sentí más claro al salir, no sé por qué. Era como si hubiera un dios dentro de otro, no luchando, sino coexistiendo; pero uno, el católico, dentro, o apresado, o encerrado, en el otro, el islámico..." Ya sabes que me gusta volver sobre el tiempo, deshacerlo y volverlo a rehacer, no permitir que destruya lo que su paso, para otros, destruye...Por eso vuelvo aquí, a este libro de miles de páginas - las de la Historia - que escribes y escribes como si fueran crónicas de viaje...y no es así porque son descripciones infinitas que van más allá de una estancia concreta. Yo que escribí un libro, Destinos y Caballeros, donde suprimí las descripciones a propio intento, me extasío ante tu modo de describir, también a propio intento. En la diferencia se encuentra la confluencia, porque ambos conocemos el puente y venimos desde dos extremos capaces de encontrase y asumirse. Y allí, en medio de ese puente, el comentario de Manuel se llama Ulea, como un estandarte, una bandera invisible que ondea al viento de la amistad y el reconocimiento y para el que no hicieran falta palabras, pero si las sensaciones que las palabras producen. Allí, Manuel, en primera fila, orgulloso de ser portador del recordatorio, de ser primer destinatario, como lo fui yo un día, del inmenso caudal de asombrosas observaciones de un corazón viajero deambulante por las intrincadas y remotas calles del pasado perdido en el presente. Ese Rabat donde los círculos se diluyen porque son invisibles aunque existen. Ese Rabat que es herencia perdida y porvenir ignorado. Ese Rabat, destino tras ser visitado, y recuerdo antes de ser abandonado. Sí, sin duda es tal y como lo has contado, no por su existencia, sino por su aprehensión. La tuya, la captación de un viaje que hace mucho que empezaste, fíjate, entre Toledo y Asturias, Asturias y Toledo, símbolo de la reconquista y de la permanencia. Culturas que se funden en ti y a cuya búsqueda vas y las ofreces. Esta crónica, Santiago, esta encerrada en la libertad de pensamiento y en la clausura del conocimiento ancestral. Por eso en ella luchan dos dioses que son uno: el reinante, Alá, y el callado, Dios. Dos formas de mantener atado el espíritu, pese a que las torres de sus fortalezas y minaretes se eleven por encima de su eterno silencio. Emilio Porta.

Anonymous

17 de octubre de 2009, 16:47
"Siempre seremos exiliados, en este tiempo, de una patria que todavía no está hecha: la de los hombres cuya libertad se asiente, no en la soledad, sino en la confluencia" David Nihalat. Quizás este pensamiento de David te acompañe, nos acompañe, en este intento que, querido compañero, rompe todas las anteriores desilusiones. Por fin la palabra se hace amiga de los que, un día, quisimos, al escribirla, que dejara de llorar y sentir frío. Port

Mari Carmen

18 de octubre de 2009, 0:29
Ya veo que poco a poco se van acercando degustar este excelente texto.Santiago, las prisas...¿te acuerdas de lo que te dije sobre blogsferatour? Con esta entrada te ha pasado lo mismo. Me parece magistral y sin embargo ha pasado desapercibida. Al poner la siguiente entrada tan seguidas...has impedido que se pueda saborear ésta. Actúas como si se te acabara el tiempo...y no es así. Un abrazo.

Surcos

Extraída de Google


Ya no es el tupido manto níveo de siempre, límpido, preludio de viajes de finales del otoño, camino de una eterna Navidad. Quiero pensar que es culpa de la contaminación, de la puta crisis, del tiempo… Qué sé yo.
Contemplo los surcos que se despliegan ante mí hasta cerrar cualquier retorno. Transparentan la suciedad que no logran cubrir, polvo grisáceo de mi deshonra, vergüenza que acumulo por no haber sabido defender un imperio y por verme abocado a este asqueroso cuchitril donde esnifar estas rayas de mierda.



Gran Hermano (EnR)

Rabat, 13 de octubre de 2009

Extraída de Google

Para Emilio Porta, por creer que esto era posible:
¡tan lejos y tan cerca, a la vez!


       Ayer doce, de nuevo, el miedo a volar. El avión era un autobús con alas; no el que mi imaginación se inventa para describir el mundo que me habita, precisamente. Íbamos justo ahí, en el ala. Ella, a la ventanilla, disfrutando de todo. Y éste, aterrado, sudando en frío. Cada vez que el aparato enderezaba el rumbo, un vuelco en el corazón. Cada vez que descendía, lo mismo. El despegue es como una noria, se pierde la horizontalidad. Sé que esto es lo normal; pero yo tengo miedo, no puedo evitarlo.
       Aterrizamos, finalmente, en el aeropuerto de Casa Blanca, ayer. Y no estaba él, Bogart; como había prometido. Es un tipo duro, como en la película; a lo mejor estaba haciendo de las suyas. Había, eso sí, una larguita cola de media hora para los trámites aduaneros. El policía que controlaba si el funcionario nos había atendido como corresponde me preguntó si era español. Le dije que sí. Y, a renglón seguido, si era del Real Madrid. Le sonreí, claro, y le dije que sí, que no podía ser de otra manera. El gritó “Viva El Real Madrid”. Yo también grité, que para algo uno es español, aunque a uno no le guste el fútbol precisamente.
       Cogimos el tren hasta Casa Blanca, para después, desde allí, hacer trasbordo hasta Rabat. El tren me recordó otro tren que nosotros, mi padre, mi madre, mi hermano y yo, cogíamos en las vacaciones para ir desde Asturias a Extremadura, cuando yo era un niño, hace ya de eso casi medio siglo. Los asientos de cuero negro, el calor del aire sin acondicionar, las ventanas con esos cristales que más que cristales parece plástico endurecido, esa visión sucia y distorsionada de la realidad. Y esa sensación de viejo, de algo que uno ha dejado atrás para siempre.
       La tierra, al principio, era llana y negra, con un pasto gris, un cielo azul, y un sol en lo alto soltándonos una palmadita de ánimo en la espalda. Algunos asnos y algunas vacas, diseminadas, afuera, en un escenario que a mí me parecía, me sigue pareciendo del ayer. Muchas chavolas con antenas parabólicas, hoja de lata en el tejado, piedras sobre el tejado. Sí, muchas antenas parabólicas, como para ver el mundo de otra manera, tiene que ser. Y las torres de las iglesias, todas recién pintadas. Luego, el tren que nos trajo a Rabat; otra cosa: un tren de dos pisos, como los de cercanías de RENFE en Madrid, con aire acondicionado y una buena velocidad.
       La estación del tren de Rabat está en obras. Así que tuvimos que subir por las escaleras andamiadas. Luego, la gente, en la calle. Esa mezcla de la tez blanca con pantalón tejano y camisa, por un lado, y el faldón árabe, el gorrito circular, la barba larga, el pelado al rape, y la tez más oscura, por otro, camino del hotel. En las mujeres, todo esto es más claro: con pañuelo, o sin pañuelo. Y el peso de la religión, como un yugo sobre la pobreza de la gente, presente, ante nuestras mismas narices, asfixiándonos. Poco más de doscientos metros, oliendo el aire, el aire infectado: obras, polvo de cemento, humo de los coches, fritos en la calle, al lado de un kiosco con agua envasada y zumo natural; y coca cola, cómo no. Y, la sorpresa: el hotel que no habíamos reservado estaba en obras, cerrado.
       Así que nos sentamos a tomar una cervecita, frente al congreso, mientras nuestro guía privado buscaba alojamiento. No fue nada. Una media hora de espera. Luego, eso, arrastrar la maleta. El hotel la paz. El segundo piso. El ascensor que apaga la luz para subir, que te deja a oscuras, frente al chillido del esfuerzo de la ascensión. Abrir la habitación y el tufo de las aguas residuales de golpe, en la nariz, sobre las mantas, el armario, el espejo. Ese olor a mili que vuelve del pasado y que te deja paralizado de terror. La ducha me recordaba los mataderos en España, en los años sesenta: todo azulejo blanco lleno de mugre. La mampara eran unas cortinas sujetas de un cable eléctrico tensado sobre dos escarpias. Un teléfono de impulsos. Sólo funcionaba la lámpara del techo. Los apliques, sobre el cabecero de la cama, nada, torcidos, sin luz.
      Allí estaba Bogart, riéndose de nosotros, fumando, mirándonos a los ojos, y acaso susurrando: ¡Vaya aventureros, estos! Soñé con Sol Serrano. Tenía un programa informático que convertía el texto, los textos literarios, en música clásica. Ella lo utilizaba con naturalidad. Pero yo insistía que eso era imposible, que cero nunca puede ser distinto de cero, que había montones de ecuaciones sin resolver en ese programa, que todo ese planteamiento, sencillamente, era imposible. Y le pedí el programa, para estudiármelo. Luego soñé con el actor, con que nos había esperado en el aeropuerto de Casa Blanca, con un grupo de matones. Soñé con la huida, con los tiros, con la película. Finalmente me desperté, muy temprano, con la llamada a la oración cayendo sobre las calles de Rabat como una lluvia espesa.



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COMENTARIOS



Manuel
14 de octubre de 2009, 2:11
Santiago: simplemente, gracias.

Alicia
14 de octubre de 2009, 6:26
Te deseo que puedas seguir soñando dormido y despierto y que no te olvides de pasarnos informes de todos tus sueños. Muy buena crónica. Lo de Extremadura espero que nos lo cuentes con más detalle a la vuelta. Mis hijos llevan llevan sangre de esa tierra de conquistadores por sus venas. Un abrazo.

Antonio Castillo
14 de octubre de 2009, 10:31
De película Santiago. ¿Has visto el Cielo protector? Tened cuidado con las comidas y volved sanos y con las maletas llenas de historias. Besos.

Mari Carmen
14 de octubre de 2009, 10:35
Ya te advertí Santiago que Humprey se mostraría esquivo, a mi me ocurrió lo mismo. Reconozco lo que cuentas en tu crónica, está en mis recuerdos, aunque yo tuve más suerte que tú en la elección del hotel. Las parabólicas...qué paradoja, a mí también me llamó la atención, tanta miseria bajo un enorme bosque de antenas parabólicas. Te falta un detalle que añadir a tus “maravillosos” apuntes, visita el mercado...y como el fantástico cronista que eres, luego nos lo cuentas. A pesar de todo...disfruta de tu estancia, hay rincones que merece la pena conocer, y piensa como yo cuando viajo... cada vez que salgo por la puerta del hotel, me espera una aventura. Un abrazo.

Rosa
14 de octubre de 2009, 13:57
Es un placer vivir Casablanca de tu mano Santiago. Una siente el humo del cigarrillo de Humphrey en la cara, escondiendo esa mirada que solo él supo usar para ver la belleza en la distancia. Gracias por compartirlo querido Santiago. Disfrutad.

Emilio
14 de octubre de 2009, 18:22
Gracias, Santiago, por la dedicatoria. Entiendo que es un subrayado especial por lo del viaje como sinónimo de vida que siempre tengo en mente...Mira que te gusta pasarlo mal en los viajes reales, por cierto...con lo fácil que es viajar con la mente y olvidarse de polvos y calores...O bien cambiar de itinerario...Pero tienes una inclinación extraña a viajar a donde no te gusta, je, je...Porque, claro, sólo a un escritor se le ocurre que Casablanca sigue estando como en los tiempos de Bogart...Lo cierto es que lo que mejor conozco del Norte de África es Túnez y la verdad es que mis dos viajes allí contienen recuerdos inolvidables...En cualquier caso hay gente que prefiere vivir en Marruecos - Juan Goytisolo - a vivir aquí...Todo viaje es una aventura...pero lo tuyo con el Norte de África parece una relación de amor-odio. Supongo que, si llegas a Marrakech te cambiará un poco el tono. Un abrazo para ti y un beso para Elena.

Anonymous
16 de octubre de 2009, 9:11
Estimado Manuel: simplemente, de nada. Las fotos que esperas, puede que el domingo. 
Estimada Alicia: simplemente, gracias por estar, que no es poco; más bien todo. Extremadura es mi patria, si es verdad lo que dijo el poeta: mi patria es mi infancia. Allí nací, bueno, me nacieron, como escribió otro que también le gustaba manchar la madera. 
Estimado Antonio. Volvemos, pero de otra manera. Lo que ves y lo que sientes en cada viaje, te cambia. No lo dudes. O te afirma en tus convicciones. El viaje, como dice Emilio, es la vida misma. Pero sólo por un instante. Luego la rutina ya te pone de nuevo en tu sitio. Esto es descanso, un descanso ajetreado en todos los sentidos. 
Estimada Mari Carmen. Es verdad que lo que uno trae a estos viajes es sólo ese pequeño espacio de ilusión que se disuelve rápidamente en cada segundo del viaje. Luego el viaje es lo que es. Y sientes lo que sientes por choque, por enfrentamiento del yo con lo otro, lo de afuera, con el escenario que pisas. 
Gracias Rosa, por seguir estas notas. Me gusta el viaje, y me gusta esto, que vosotros vengáis conmigo, así no estamos tan solos. 
Estimado Emilio. ¡Ah!, Emilio, estimado amigo. No entiendo a Juan Goytisolo. Lo mismo que no entiendo a esta gente. La verdad es que hay pocas cosas que yo entienda. En mi cabeza hay sólo corazón, por eso soy como soy. Por eso esta historia de amor/odio con este norte de África, este estar y no estar… No sé, a lo mejor, más abajo, se entiende mejor. ¡Qué se yo! Si es que hay algo que entender. A lo mejor es que lo que es, es, y no puede ser de otra manera. Vuestro cronista espacial de ESCRITORES EN RED en Rabat, Santiago Solano

 Alicia
16 de octubre de 2009, 9:52
Quizás no sea el lugar ni el momento. Pero antes de que se me olvide, decirte que mi compañero de muchos viajes nació en Extremadura. Mis suegros emigraron de esas tierras, como muchos otros, en busca de un futuro mas acomodado para sus hijos y acabaron en el País Vasco, hace ya casi cincuenta años. Ellos hubieran vuelto pero sus hijos echaron raíces muy profundas aquí. Su último y definitivo viaje fue para pasar a formar parte de la tierra que los vio nacer y que siempre estuvo en sus corazones. Perdona el inciso, pero creía que te debía esta explicación. Un abrazo.


Las amigas


Extraída de Google

escritas por Mari Carmen Azkona
para la presentación del libro
en Bilbao el pasado 9 de Octubre de 2015







¡Qué tesoro esto de tenerte tan cerca!



Huida




(…) apagó todas las luces, excepto una
cuya llama se estaba extinguiendo ya(…)
León Tolstoi , Ana Karenina



Quería evaporarse.
Convertirse en silencio
y en olvido.


Imposible avanzar
con el alma partida.
Era tanto el dolor…


Se equivocaba.


Retiraron su cuerpo malherido
pero Ana permanece en esas vías
porque el amor no pasa.



Tu soledad y la mía

       Que Cataluña sea independiente no creo que contribuya a una mayor solidaridad entre la gente de nuestro país preocupada por la corrupción de los gobernantes, el menoscabo de la sanidad y la educación públicas, la precariedad en el empleo, el paro vergonzoso de jóvenes y mayores, el futuro de las pensiones, la emigración de parte de la juventud mejor preparada de nuestra historia...
      Hoy en día, las fronteras que dividen a los seres humanos no existen para el capital que se mueve especulando y creando conflictos sin importarle la muerte y la destrucción que siembra por doquier.
       Dicho esto, pienso que es momento de decir "¡basta!" a los que desde Cataluña y Madrid pretenden que concentremos nuestra atención en un asunto que desde luego no es el que va a resolver nuestros problemas ni en Cataluña, ni en el resto de España, menos aún en el mundo entero del que me siento ciudadano y del que nuestro país es nada más que una minúscula porción.

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Solo y aprisionado por culpables silencios
en el fondo de la noche espío las conciencias.
Tu soledad y la mía son del mismo cuerpo,
golpea tu indolencia y escucha, sí, despierta:

"Yo soy Thanatos. Invócame y te mostraré
mi rostro allá donde tenue la vida no espera.
Búscame en los ríos contaminados por fábricas
y en la flor sepultada entre latas de conservas.
Mira mi boca oceánica de negro abismo
tragar los residuos radiactivos que me obsequian.

Búscame en el cirujano negligente y mírame:
¿no ves mi semblante que ante el dolor no se altera?,
¿no ves mi rostro en tu espejo? Mírame y contémplate,
pues si mi alma glacial que engendra siempre la ausencia,
viajero, aún no encuentras, busca mi esencia en el hambre
de los niños y dime: ¿ahora notas mi presencia?

Entonces, coge tu alforja y camina... camina,
tendrás mi rostro de espanto un día en cualquier guerra."



Poema publicado en 
EL FUEGO EN LA PALABRA, 
Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2012

Las sirenitas de Las Barrancas

A todas  las  niñas  de  Burujón (Toledo)   

Extraída de Google

       Pues Señor...


       Esto eran dos hermosas sirenitas. Como ya sabéis las sirenas son niñas igual de guapas que vosotras, pero con una pequeña diferencia, en lugar de piernas tienen una bellísima cola de pez formada por escamas de plata. En consecuencia viven en el mar aunque también pueden respirar como nosotros.
       Las dos sirenitas de este cuento eran muy traviesas y juguetonas, se pasaban el día persiguiendo a los caballitos de mar. Neptuno, el dios del Mar, tenía que regañarlas de vez en cuando, pero lo hacía disimulando una sonrisa bonachona pues las quería mucho, y cuando no le oían decía de ellas que eran las joyas de su reino. 
       Las tardes de domingo las sirenitas se montaban en un delfín, (los delfines son los taxis de las sirenas) y viajaban a la Ciudad de las Perlas. Allí llamaban a las ostras cerradas golpeando con los nudillas en sus conchas. 
       — Señora ostra, señora ostra, ¿Querría darnos una perla para hacernos un collar? 
       — Pero que coquetas sois — contestaron las ostras, y se abrieron sonriendo dejando que las sirenitas las cogieran las perlas. 
       Además de traviesas eran muy curiosas y un buen día decidieron conocer como vivimos los humanos, Se prepararon un bocata de algas marinas y se dirigieron a Lisboa, que como vuestras maestras os habrán explicado, es la capital de Portugal, y el lugar por donde desemboca el río Tajo. 
       Nadando contra corriente, y sólo por la noche para no ser vistas, atravesaron Portugal, se adentraron en nuestra querida España y llegaron a un lugar, conocido como Las Barrancas, cerca de un pueblo llamado Burujón, donde el río parecía adormecerse bajo el sol. 
       — ¡Qué lugar más precioso! Podríamos quedarnos aquí, y sumergirnos en el agua cuando oyésemos llegar a los humanos. 
       Así que mis queridas amigas de Burujón, cuando vayáis a Las Barrancas acercaos silenciosamente y quizás podáis sorprenderlas, tumbadas en la arena, peinando sus dorados cabellos y dejando que el sol arranque destellos de plata de sus colas de pez. 
       Y colorín colorado este cuento se ha acabado.