Y que el azul perfume

Fotografía de Natalia Drepina


Retengo la sospecha en remojo,
quiero nutrirla, no desampararla sistemáticamente con mi
                                                                             [actitud,

ella trenza mis pecados y los vende al mejor postor,
acato la orden que produce el dharma a su llegada,
tiemblan los papeles y suda la pluma
hasta escribirme de nuevo en tu mundo.
Contemplo.
Las palabras me depositan en ese lugar imperdonable para
                                                                              [el mundo,
el amor no combate,
se hiere y lame sus heridas,
se cubre de la lanza
(eterno desafío),
con un lápiz riega su viento y enseña a la vida el comienzo,
la hora larga de un diminuto sueño.

Es ambigua la encrucijada de interrogantes
solapando el borde de mi espalda,
recorrerla con besos o manos,
caminarla con suelas de espuma borrando su cuerpo
apenas de púrpura la inmensidad de su grito.

El secreto está
en amasar la garganta con tus dedos
y que el azul perfume…
Y la sed no dialogue sutil disimulada.