Luna de sangre

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       Los ojos orgánicos de Elías Quimey miran el dedo índice de su mano derecha. Hay en él un pequeño corte, una herida de apenas un centímetro de largo por tres milímetros de profundidad. Por él, en pequeñas gotas, se le escapa un líquido rojo.
       — ¡Es mi sangre! — dice.
       — Eso es imposible — afirma Dogo.
       Mecánicamente Elías Quimey busca un pañuelo en su bolsillo y lo encuentra. Automáticamente se lo anuda en el dedo y aprieta con fuerza. Hay en todo su cuerpo una conmoción. Las nano células, por primera vez en su historia, no pueden cerrar la herida, tampoco contener los alaridos de las sirenas del sistema nervioso que corren despavoridas por todo su organismo. El pañuelo se empapa poco a poco del líquido. Y él siente calor en la herida, un calor que va más allá del necesario y entra en el cuarto de lo desagradable. Todo su ser está centrado en el pequeño corte. No puede pensar, sólo sentir el latido del horno en que se ha convertido la herida mínima. Su rostro se contrae en una vieja mueca muy de lo carnal, un gesto que en la antigüedad los extintos humanos llamaban dolor.
       — ¿Qué te ocurre? — pregunta Dogo, el soldado boina verde, su guardaespaldas — Te estás poniendo pálido, como si te faltara el aire.
       Elías Quimey se sienta y respira profundamente, una, dos veces. Luego mira por la ventana central, la que da al sur, y ve la luna. Está colorada, como su pañuelo, parece un horno. Dogo mueve inquieto su rabo; y para acompañarlo deja escapar un pequeño aullido lastimero. Su pata derecha roza la bota de su amo a modo de caricia.
       — Esto pasará pronto, no te preocupes — dice Elías Quimey —. En el mismo momento en que la refracción total de la luz solar en la atmósfera deje de producirse terminará este suplicio.
       — Pero no lo entiendo — contesta Dogo.
       — Son las partículas de polvo las que tiñen la luna. Son ellas las que no permiten que mi dedo sane. Hay en ellas una carga mental no cuantificable. La misma carga que parece estar detrás de todo este ataque. Tranquilo. Pronto todo volverá a su ser, en cuanto el máximo del eclipse pase.
       — Pero, ¿para qué sirvo yo si no puedo defenderte? — pregunta Dogo.
       — Para estar aquí, a mi lado, hablando conmigo, ¿te parece poco?
       — Me siento mal. No puedo cumplir mis objetivos.
       — Yo también estoy confuso — dice Elías Quimey —. Mira, vas a dejarte caer en la frontera y le dices a Nésim que venga, que tengo un trabajito para él.


Poema recitado

Estoy un poco vago para escribir.
Os dejo este poema.




Como una estela

Extraída de Google
Como una estela nueva
de una lanza presurosa,
brota la impaciente dirección
de unas rodillas esclavas,
que golpe tras golpe
van hacia la cascada donde
duerme, aquella angustia
nacida, del nombre
que jamás existió.


Primeras picardías


       Hace ya varios meses
       desde el pasillo escuché
       unos ruidos extraños
       que salían del cuarto
       de mi cuidadora.

       Mirando por la cerradura
       vi como mi papá
       tumbado sobre ella
       hacía ejercicios de gimnasia.


       Desde entonces yo hago lo que quiero
       amenazando a la chica.
       — Voy a contarle todo y todo a mi mamá.
       Mi cuidadora llora
       y me pide que nunca diga nada.

       No he abierto la boca, es muy buena conmigo
       y además desde entonces,
       sin saber el motivo,
       he comenzado a mirar
       sus piernas y los bultos de su blusa,
       y me gusta observarla planchando sus braguitas.

       Ayer me decidí y volví a amenazarla.
       — Voy a contarlo todo y todo a mi mamá,
       si no haces conmigo eso que hacías con papá.  



Palabras secretas

PRESENTACIÓN DE LIBRO
PALABRAS SECRETAS
de
Mila Aumente

Jueves, 29 octubre 2015
a las 19:30 h
será en
RESTAURANTE EN ASCUAS
C/Sta. Leonor 65, Edificio G
28037 Madrid

y estará arropada por:
Soledad Serrano
Montserrat Cano
José María Triper
Basilio Rodríguez Cañada

Contamos muy poco

Extraída de Google
       Porque sé que realmente me vais a leer unos pocos y dentro de esos la mayoría seréis autores, me atrevo a exponeros mi humilde opinión con la esperanza de que algunos me entendáis.
       Quería sincerarme con vosotros exponiendo unas consideraciones mías surgidas a raíz de la visita que llevé a cabo el miércoles y viernes de la semana antepasada a la feria LIBER, celebrada en IFEMA (Madrid) del 7 al 9 de octubre.
       La verdad es que la cita me encantó, me pareció de lo más interesante y, sobre todo el viernes, que estuve allí toda la mañana pudiendo asistir a un montón de conferencias y mesas redondas, lo pase en grande.
       Sin embargo, tengo que decir que todas esas locuciones escuchadas me llevaron a concienciarme de un asunto que no era la primera vez que sopesaba. Tras presenciar unas cuantas intervenciones de variada temática, charlas que salvo una o dos, realmente dirigidas a autores noveles con el claro fin de captarlos, no estaban destinadas propiamente a escritores sino a libreros, distribuidores, editores, correctores y traductores. Sí, había muy pocos creadores allí, esa es mi sensación.
       Como también lo es que en esas asambleas, en las que tras las conferencias o mesas redondas podía el público preguntar, creí percibir, puede que solo sea solo algo subjetivo pero aquí me hago eco de ello, un claro menosprecio y hasta hostilidad hacia los autores literarios. Y no se referían precisamente a los redactores de los cientos de manuscritos rechazados, no, ¡sino a los publicados!
       Sí amigos, yo me quedé perplejo, pero se respiraba un ambiente de camaradería entre esas diversas corporaciones, de mutua comprensión, mientras algunas de las opiniones que allí vertían los asistentes expresaban un sentimiento de hastío y desagrado por esos “petulantes, impertinentes e incluso incompetentes escribidores” que pretendían aprovecharse del buen hacer de las editoriales y resto de empresas del ramo. 
       Alegar de entrada que no pretendo convencer a nadie, pero para mí se trata de un estado de opinión real y generalizado que sin duda procede y es continuamente fomentado por los productores de obra escrita para justificar los abusos que ejercen sobre los creadores literarios. Y han conseguido que ese tipo de pensamiento sea oficialmente aceptado por la mayoría de nosotros. El de que pensemos que sin ellos no somos nadie, que si no nos escogen las grandes editoriales es porque somos malos escritores y solo la élite literaria tiene derecho a ser leída, a alcanzar los mercados, sin darnos cuenta de que es únicamente a ellos a quien interesa, por motivos puramente mercantilistas, limitar la producción a pocos autores y títulos.
       Pienso que se trata de una ideología exportada e impuesta desde y por el mundo empresarial para su propio beneficio y que ha calado entre los autores tras una labor muy concienzuda y sostenida durante muchos, muchos años. Y quizás por culpa de nuestra extendida vanidad, arrogancia, necedad y miopía intelectual, nos sumamos a ella con los ojos cerrados y proclamamos con mucho sentimiento: “Los cien más leídos, Yo y algunos amiguetes, con reparos, el resto hasta cincuenta mil, morralla”.
       Nada más lejos de la realidad, somos legión los que tenemos cosas importantes que contar a los demás y casi infinitos los que han de leernos. Por supuesto es una hipérbole lo que acabo de decir, pero si las matemáticas no engañan, hoy por hoy, en España, solo representamos los autores creadores de obra escrita, alrededor del uno por mil de la población.
       Un saludo, amigos.

Viajeros que pasan

Extraída de Google

       Tengo mi gasolinera a las salida del pueblo. Nací en él hace cuarenta años. Estudié en la escuela las cuatro reglas. A los dieciocho mi padre me enseñó los trucos del despacho de combustibles. Y aquí estoy mucho tiempo después, viviendo mi vida apaciblemente.
       El hombre llegó en su Lamborghini negro. Dijo lleno; preguntó por el lavabo, y me dejó repostándolo. Volvió justo cuando había terminado. Se levantó la manga de la camisa... y entonces supe que era una de esas personas artificiales que dicen que andan sueltas por el mundo. 
       - Póngame un poco a mí - dijo.
       Estoy conmocionado.


Amiga





Es suave como la lluvia
es dulce como la miel
coqueta como la noche
amarga como la hiel.




Amiga en mis horas bajas
confidente o confesor
a veces una caricia,
otras un cruel desamor.

Sucumbo por sus encantos
lacera mi corazón
y si pronuncio su nombre
vibro de pura emoción.

¡Cuánto te amo poesia!
tú... mi brazo ejecutor,
cuantos días no me hablaste
cuantas noches yo te hablé
y al saber tú mi secreto
una lágrima cayó.

Color pusiste a mi noche
y a mi pluma…diste voz.

¡Ausencia!, puede ser

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Me dejaré llevar
envuelta en sedas
por el aire del sur,
me desprenderé
de la joya que duerme
escondida en mí pecho
tras unas pupilas ciegas.

          Cortaré mi pelo
          que tanto te gusta
          tirándolo a la mar
          en una botella ligera
          para que los puedas reconocer
          cuando lleguen a tu orilla.
          ¡Ausencia!, puede ser.







Periódicos atrasados y escobas viejas

Extraída de Google

Hace ya varios meses
mi mamá se marchó al Cielo.

Alguien la debe retener 
si no viene a buscarme, 
así que he decidido 
irme yo junto a ella. 
       Pero ¿donde? El Cielo es tan inmenso.

       He consultado un Atlas, 
       y en el lado opuesto
       a la Osa Mayor 
       con relación a la Polar, 
       se encuentra Casiopea 
       una constelación 
       homenaje a una reina de Etiopía 
       esposa de Cefeo 
       y madre de Andrómeda.

       Pero eso a mí 
       me tiene sin cuidado. 
       Me he fijado en ella 
       porque sus cinco estrellas principales 
       forman la letra M de mamá 
       que indica que allí están 
       las mamás que se fueron 
       al Cielo antes que sus hijos. 

       Con periódicos atrasados
       y escobas viejas, construí
       una gran pajarita de papel reforzada 
       con los rabos de las escobas, 
       para subirme en ella y viajar
       a la Constelación de Casiopea 
       en busca de mamá. 

       Me subí a la azotea, 
       monté en la pajarita 
       y tras acariciarla la animé: 
       ¡Adelante, adelante, 
       remota el vuelo 
       que nos vamos en busca de mamá! 
       Entonces... 
       Se desencadenó 
       una horrible tormenta. 
 

       Tendré que aguardar a que me muera 
       para volver a ver a mi mamá.


Cartas en Sidecar

Extraída de Google



A veces llegan cartas a nuestra Redacción, como ésta:


       Queridos amigos y fieles seguidores de POESÍA EN SIDECAR, imagino que muchos de vosotros ya sabéis que nuestro SIDECAR ha decidido tomar un descanso y parar por un tiempo el ciclo de recitales que veníamos haciendo en el CAFÉ LIBERTAD 8, el primer jueves de cada mes, desde hace ya casi cinco años. La decisión no ha sido fácil para ninguno de los que formamos parte de él, pero creemos que era necesario y oportuno hacerlo para retomar nuevas fuerzas y no caer en la rutina.
       Estamos muy orgullosos de todo lo que nos ha reportado POESÍA EN SIDECAR, a lo largo de estos años, porque ya sólo el hecho de teneros cerca , acompañarnos cada mes, vivir a vuestro lado esta experiencia tan hermosa y ver que, de alguna manera, lo habéis hecho un poco vuestro, nos hace sentir privilegiados. Vosotros habéis puesto la magia cada noche en LIBERTAD 8 y nos habéis contagiado de ella, algo imprescindible para creer en lo que hacíamos y volveremos a hacer más pronto que tarde.
      De POESÍA EN SIDECAR se han dicho muchas cosas en este tiempo y casi todas buenas —o al menos nos nos han llegado las otras—. Cosas como éstas:
· “El grupo de "Poesía en Sidecar" que normalmente actúan en el mítico café Libertad 8, en Madrid, potencian la literatura y el arte en cada actuación a pares. De ahí el nombre: uno junto a otro. Uniendo palabras, enlazando formas y contenidos. Son de lo mejor del panorama poético actual”. (Emilio Porta)
· “Yo les debo a cada uno de ellos momentos tan inolvidables que no puedo dejar de decirte que los leas, que los ames, que sus voces no te dejen indiferente…” (Soledad Serrano)
· “…marchan todos a una y no hay manera de frenarlos… ni hay por qué. La carretera de la poesía es suya, el camino de la buena palabra les pertenece por derecho. Su ímpetu les hace gratos a mis ojos de convencido poético irredento” (Enrique Gracia Trinidad)
· “Si algo resulta evidente en Poesía en Sidecar es que no es para vitrinas ni para salones naftalinianos. Sus integrantes son más bien móviles, interactivos, saltadores; y tienen claro que, si un poema no está vivo, no es un poema. Así, han creado un espacio donde se combina el verso con la puesta en escena, el dedo con la llaga, la hondura con la diversión, y quienes se acercan a sus eventos se divierten tanto o más que ellos mismos cuando los llevan a cabo.(Enrique Valle)
· “Llevar la poesía más allá de sus propias fronteras y acercarla incluso a aquellos que no leen poesía es uno de los principales objetivos de 'Poesía en sidecar', siendo ya un referente de la nueva creación poética en los cafés literarios madrileños” (Europa Press)
· “Un grupo de poetas llevan a cabo un interesantísimo espectáculo que combina alegría, ganas, compromiso y calidad” (Radio Utopía)
· “La poesía sobrevive también en una, cada vez más extensa, red de bares literarios, pequeños grupos de poetas ajenos al mundo editorial, recitales y otros eventos. Uno de ellos es Poesía en Sidecar, un grupo, cuyo objetivo primordial no es otro que el de «acercar la poesía a todos aquellos que nunca han leído poesía». En él se dan cita cada mes un reducido grupo de poetas que comparte sus creaciones con un puñado de adeptos al calor de una copa de vino y un ambiente abierto y distendido. (Luis Miguel L. Farraces – ABC, con motivo del Día Mundial de la Poesía)
Tal vez por todo esto, Jesús Arroyo, uno de nuestros Sidecaristas de lujo, dijo en cierta ocasión:
· “Habrá un tiempo en el que POESÍA EN SIDECAR, se estudiará en las escuelas” (Jesús Arroyo)
       … Y por qué no. ¿Quién sabe?.
       Sin ánimo de presunción alguna , porque lo hemos logrado entre todos, pues sin nuestro público, nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestras familias, este viaje no habría existido, POESÍA EN SIDECAR se ha convertido en un referente del entorno poético del momento actual, y es por ello que sabemos que debe seguir ahí, porque es nuestro compromiso con la Poesía y con vosotros.
       Gracias a todos por haberlo hecho posible y por seguir a nuestro lado. Un abrazo con todo el cariño de los que formamos este grupo, ya vuestro.
       ¡Hasta pronto amigos!. Un abrazo de todos para todos.




Gracias Rosa,
por tantos bueníiiiiiisimos momentos.




Foro, mi querido gato.

Extraída de Google
       De tantas parrandas aquella mañana llegaste cansado. No eras de clase ni de noble estirpe, solo un simple gato. Recuerdo el invierno con su viento norte, las fuertes nevadas, buscaste tu sitio de siempre, muy cerca del fuego. No te disculpabas de haber faltado por algunos días, yo se que cumplías serios compromisos en las azoteas, con tus amigotes y con las mininas de todos los barrios, buscando pendencias y dulces amoríos, pasabas el tiempo. Nunca nos presentaste a tus bellas, nocturnas amantes, eras muy serio y reservados en el tema de amores.
       Algunas mañanas llegaste golpeado, otras veces con cara de angustia. Más nunca escuchamos de ti los lamentos, sí sufrías: Lo hacías en silencio. Ahora, ya te jubilaste y pasa el tiempo muy serio pensando, en los errores del tiempos de antaño, yo te leo algún libro que escuchas atento, te platico de sueños parece que entiendes y sientes, cuando me refiero a cosas no gratas. Así es la vida y tú la comprendes. Cuando la noche entra por la puerta grande del zaguán del fondo, Suspiras muy hondo, piensas en salir e irte de fiesta, luego te arrepientes y regresas juntito del fuego. Yo se lo que sientes y pienso y sufro las mismas penurias. Vamos a la cama que ya se hizo tarde, tal vez mañana… Sí nos animemos; salgamos a ver los amigos ¿sí no?, desde lejos recordar que no ha mucho tiempo tu y yo éramos los galanes de todas las noches.

Viajeros de Picoteórico

Presentando el libro
De izquierda a derecha: ilustrador, autor, lectora, editor

     Estimados compañeros, el miércoles pasado asistí en compañía del presidente de Escritores en Red, Santiago Solano Grande, a la presentación de la novela Viajeros del Picoteórico, escrita por uno de nuestros socios, Rafael Lindem.
     El Acto, celebrado en el local "El dinosaurio ya estaba allí", en la calle Lavapies de Madrid, fue muy agradable, íntimo e intenso. Un sobresaliente para la lectora que nos declamó un escrito relativo al texto que se presentaba. También es digna de destacar la fresca, y exenta de engolados, presentación de la obra por parte del editor de Dissident Tales. Y por supuesto mis felicitaciones al autor y también al ilustrador del libro.
     Por supuesto no lo he leído, ni sé cuando podré hacerlo; de momento lo he puesto en la estantería de lecturas pendientes y obligadas, pero tiene delante unas cuantas de amiguetes y conocidos que no puedo retrasar por más tiempo.
      No obstante os anticipo dos cosas, después de ojear el volumen puedo decir de él que su edición está hecha con primor y con materiales de calidad, resulta muy bello, y segundo que tras la lectura de sus primeras dos páginas lo cerré enormemente contrariado, ¡un autor extraordinario más para hacerme sombra! 
       El tío tiene mucho oficio.

Es propiedad del autor


Si quieres comprar el libro pincha 

Emma no estaba sola




Demasiadas estrellas,
tantas que no cabían en el cielo.
Por eso se cayeron,
una detrás de otra.


Demasiadas historias
de príncipes valientes,
de doncellas ingenuas
y calladas.


Todas fuimos madame Bovary.
Soñamos y creímos.
Pero aquel era un mundo
diseñado a la carta.


Estamos tan cansadas….
Apagad las estrellas
y dejadnos dormir.


El borrico lento

Extraído de Google
con arreglos


       Nos llevaban a los ocho hermanos en un carro todo de madera con asientos a los lados que arrastraba un borrico que llamábamos lento se pueden imaginar ustedes por qué, bajo aquel sol hirviendo y aquella mucha luz, por aquellos caminos de tierra que allanaban los pies de los hombres y las bestias.
       Había tiempo para contar los dineros que te daban en casa para la feria muchas veces.
       Digo esto porque un año conté las monedas hasta diez veces: una perra gorda y diez perras chicas.
       Pero lo peor fue que no sé cómo aquel año cuando llegué a Torrijos no tenía ninguna. El disgusto fue tremendo; pero no lloré: el ser muchos hermanos trae esto, que te las tienes que apañar tú sola muchas veces.
       Mi padre, cuando se lo conté, no dijo más que: “no sé hija, se habrán caído por el camino”. Y me dio una perra gorda más, y un beso.
       No sé cual de las dos cosas agradezco hoy más.

"El yo digital de Elías Quimey" en Bilbao

La sala, el público... presentando



PALABRAS DE MARI CARMEN AZKONA


PALABRAS DE SANTIAGO LIBERAL


PALABRAS DE SANTIAGO SOLANO



El debate
¡Ojo... 50 minutos de duración!

Personal e intransferible

Fotografía de Justin Holcomb


Estoy intentando no ser ayer
descubriendo el paso que nos trascienda,
que me obligue a pasear por tu noche desvestida,
percibiendo el universo con absoluta quietud
hasta donde la luz brille indefensa.

Desde el rumor del agua dormida,
hasta la pregunta del poema quieto,
como un río
a la espera de su justa medida.

Presa de la textura dueña de tu costado,
defino la estructura cimiento de mi esfera
y dirijo mi pequeña vida hacia el testimonio de tu palabra
para que alumbres el territorio con cautela,
en este espacio sin límites que es mi carne ensangrentada.

Retira la humedad que enmohece el punto exacto del poro imborrable
y deja que la esencia talle la ternura y nutra los resquicios todos
que no alcanzo con las manos.

Estoy intentando no ser ayer,                                             
ralentizando mi paso nocturno
sabiéndome dueña de mi espectro,
hundiendo mi infinito en la pared de mi techo,
recordando el pequeño tiempo de pinceladas precisas
y luchas contra el espejo.

No entiendo el bostezo del mundo,
sólo intento despertarme acariciando la herida
sumando signos que me incluyan,
mi envoltura resiste,
hilvano el hueco y camino redondeando los restos llovidos,
trepándome reinvento mi pupila huérfana,
apoyada sobre esquinas de puntas infinitas,
borrando con un minutero transformista
vacíos o silencios que espesaban la sangre volcada a su otoño.

A veces mi espíritu responde
a la clave de esas voces descubriéndonos la trama.









Ecos

A Mari Carmen Azkona

Elena de Torres y Mari Carmen Azkona
en Portugalete
La fotografía es de Santiago Solano.


       Hay un puente de hierro sobre la ría que recuerda mucho la Tour Eiffel. En este lado las casas se asientan aquí y allá, desordenadamente, en los rellanos que la mano del hombre ha cimentado sobre la empinada montaña. Son pequeños hogares de no más de ochenta metros cuadrados para cada familia, sobre el camino en el que antaño las mozas se remangaban la falda y lucían la pantorrilla. Hay en el recuerdo un olor a sardinas subiendo ría arriba.
       Al otro lado, todo es recto, todo es llano. Las farolas son mega ulteriores y la gente luce elegantes coches deportivos.


Confesión






La brisa me ha acariciado
me ha traído su candor
era suave y transparente
como un destello de amor.



A veces yo te presiento
y otras veces ya no estàs
y tú pasas como el viento
como una estrella fugaz.

Y te llamo en la distancia
porque deseo creer
eres lo que ansío y anhelo…
una parte de mi ser.

Sé que tú me estàs buscando
como yo te busco a ti
nuestras almas vagan solas
y tú… no sabes de mí.

P. D.) Si es que acaso lees mis versos…
                                                                ¡estoy aquí!










Esta noche en "Vergüenza Ajena".


Pasión con metro de doce

Extraída de Goolge




Soneti en dodecasílabos 

Parece ser que alguien advirtió a don Miguel de Unamuno que había escrito un soneto que no se ajustaba totalmente a las reglas clásicas. A lo que contesto: Entonces no será un soneto, será un soneti.


       Sólo soy un niño y tú mi maestra.
       Un hada muy rubia que habita en la escuela. 
       No sueño con barcos de fieros piratas, 
       sueño con tus labios, con tus manos blancas.

       Desde mi pupitre observo tus piernas 
       y apenas si escucho lo que tú nos cuentas. 
       A mí no me importa que sea un pecado
       deseo tus senos y quiero besarlos.

       Y que el tiempo sólo para mí discurra. 
       Burlando las leyes que rigen la vida 
       nos encontraremos un mágico día.

       No ames a nadie, consérvate pura, 
       tienes que esperarme no cumplas más años 
       que cuando yo crezca podremos casarnos.



En la oquedad de la nada

       Tratar de entender la existencia de la nada, sentir la soledad dentro de una alma vacía. Comprender la tristeza de un sepulcro solitario, entender la nostalgia de luz en mi eterna noche umbría. Analizar la lucidez de la demencia, meditar las palabras sin sentido. Eso ha sido mi soporte en esta larga nada de la noche; en esta soledad de existir sin ilusiones. El corazón yace fuera de mi cuerpo yerto, palpita y vive solitario, como mi pensamiento que viaja fuera del cerebro, añorando la soledad, en el infinito vacío de la nada... Ante la frialdad de tus miradas huecas, vacías de nostalgias muertas; mis labios sedientos, se embriagarán de los recuerdos sin mañanas, en la lenta agonía de horizontes sin esperanza, en la oscuridad perpetua de la soledad que me dejaste. Me perderé en un discurrir de tiempo inexistente, un respirar sin aire, caminando sin pasos ni sombras… Sin huellas; carente de rumbo… Ni sentidos.

Lo que somos

Fuente: cuadrosguapos.com
       Antes que con sus propios pies, Héctor recorre con la mirada la escalera que le separa de su destino después de trepar seis alturas en círculo. Corre el riesgo de caer agotado en algún descansillo, lejos de sus seres queridos. El calzado, sudoroso tras otro largo día de trabajo, es una losa aferrada a sus tobillos. Damián le dice a diario que deje de jugársela, que cualquier día le va a pasar algo, que no merece la pena, pero no hay sacrificio que no haría por Sofía, que se desvive en un trabajo a media jornada y se las apaña para cuidar de Junior. ¿Cómo podría él acomodarse a un cómodo horario sin horas extras ni pluses de riesgo, mientras ella se deja la vida por todos? Héctor es un hombre de honor, cumplirá su deber para con los suyos.
       Una eternidad más tarde, se descalza en el felpudo y se cuela a oscuras, como siempre, para no despertarlos. Un vaso de leche apenas templada en el microondas antes de que suene la campanilla y a la cama sin pijama, que nunca lo encuentra a tientas.
       Sofía duerme en paz con el rostro vuelto hacia el lado donde se acuesta Héctor, como si anhelara un beso. Ese sosiego que confirma en Héctor la certeza de que hace lo correcto. En cuanto apoya la cabeza en la almohada, exhausto, inicia un sereno ronquido de abandono sin notar que su esposa lo contempla a través de una rendija inadvertida de sus párpados, como hace todas las noches desde hace meses. Su Héctor, que jamás discute una orden y que apechuga siempre con lo peor. Lo ama demasiado para reprocharle sus ausencias a la salida del cole o que no pueda ayudarla con los deberes de Junior; para echarle en cara que haga sola la compra de la semana; que no haya abrazos en sus brazos para ella; que la pasión se haya diluido en el lento discurrir del agotamiento rutinario. Ojalá pudiera ella mostrar la misma abnegación sin queja, su capacidad de sacrificio silencioso. No le llega a la suela de los zapatos, en comparación, aunque es un pensamiento que se guarda para sí misma.
      Junior de mayor quiere llamarse como su padre. Se ha despertado al escuchar el tropezón sigiloso de Héctor al entrar en su cuarto y trastabillar con uno de los cochecitos que, una vez más, no ha tenido tiempo de terminar de recoger. Se hace el dormido y deja que papá se vaya a dormir, aunque lo que le gustaría es contarle lo que ha hecho en el día y, sobre todo, a lo que ha jugado por la tarde después de los deberes. Era una persecución superchula, en la que los malos huían a toda caña, doce coches por lo menos, y al final a todos los atrapaba un solitario coche patrulla, el más rutilante de la colección, ese a cuyo volante se aferra, a diario, Héctor Hernandez Siguenza, su padre, que protagoniza todas las hazañas sobre el asfalto de su moqueta de rayas.

Cine en casa


       Mi sala de cine en casa está arriba, en donde otrora hubo un granero y un pote sobre un fuego de ramas de encina, y una mesa con un único plato hondo y grande en el centro exacto de la misma. Cerámica de Talavera con sopas de tomate, y tres toscas cucharas de madera esculpidas a navaja.
        Hay una escalera angosta en aquel tiempo de piedra. Si te fijas bien, en el quinto escalón hay una niña llorando. No te asustes. No es un fantasma. Es el recuerdo de una historia que me contó mi madre hace muchos, muchos años ya.



Viajeros del Picoteórico - Presentación en Madrid


 

Este 14 de octubre a las 20:00 horas tendré el placer de presentar mi primera novela, "Viajeros del Picoteórico", en la librería-café "El dinosaurio todavía estaba allí". Si no tienen nada mejor que hacer y desean conocer este libro y a los que hemos hecho posible su existencia, allí nos veremos.

Les dejo con el teaser adelanto y una pequeña introducción:



Aquí siempre es poco antes de iros, el momento en que las criaturas del parque, apenas unas manchas de perfume y cuatro cuerdas verdaderas, pasean a pie o en coche de caballos. Aquí el mirlo siempre picotea las hojas secas del suelo, con frufrú endiablado, lanzándolas sobre su cabecita como si fuesen los billetes de un botín. Aquí la risa de los niños no cesa, junto a los leones y las ranas de Forestier, en el laberinto francés, en el estanque de los lotos... Aquí siempre huele bien, a día bien hecho, con ribetes de café y media luna de pan dulce, al mejor cigarro que pueda uno fumar. Aquí las manos están siempre donde quisieron estar, sin gafas caleidoscópicas que confundan el alma, ni charlatanes de caramelo en mitad de la tempestad; no hay errores que remendar, ni sensación de mazmorra, lleváis escrito en los ojos vuestro destino, y brilla, brilla como la estrella polar. Aquí siempre queréis quedaros un minuto más, alargando mi abrazo de carmín y nicotina, con los ojos cerrados, mientras usáis la ciencia de lo probable para levantar castillos improbables, acaso imposibles, pero tangibles como vuestro corazón acelerado. Lo entiendo, me gusta mi hogar, es cálido y hermoso, aunque se os eche de menos. Sí, porque también yo sé construir castillos en el aire, y vivir en un para siempre sin vosotros es morir de pena ante un bonito escaparate. Mi tarde no morirá nunca, pero a veces me permite asomarme a la vuestra. Ya no camináis juntos; tenéis soles diferentes, y vuestras tardes no huelen a lo mismo. Os veo felices, pero distintos. A veces percibo vuestra mirada, clavándose en mi banco, en mi tarde, y os oigo suspirar, cada vez más lejos. ¿No escucháis las travesuras del mirlo en la hojarasca? ¿Ni el agua de las fuentes? ¿Oléis aquel hojaldre de hace tantos años? ¿Sentís aún el fuego que os unía? Supongo que sí, como yo vuestros suspiros, cada vez más lejos. ¿Y aquellos niños riendo? ¿Os acordáis? Yo soy como ellos, no he crecido. Quedé para siempre en este banco olvidado, bajo estos árboles que tanto han vivido, y cuando os veo, y me veis, os recuerdo a gritos que fui aquel beso.


 
 
 


Ahora ésta es mi casa


       La ventana de aluminio; y al otro lado del cristal la reja, y la calle de cemento descascarillado, y la pared de la casa de mi abuelo paterno justo en frente. Se está poniendo muy oscuro, como si fuera a llover. En mi casa - ahora ésta casa que fuera de mi madre es mía - no he visto llover nunca, y me hace ilusión. Sólo tengo un recuerdo de este gris tormentoso de cuando muy niño, quizás no supiera hablar siquiera, sentado a esta mesa camilla, como ahora, a escasos tres metros de donde viene al mundo. 
       Y soy feliz.




A la sombra de un mezquite

Extraída de Google.
Pincha en la foto para comprar

       Termino este “A la sombra de un mezquite”, de Raúl Morales Góngora, en esta cuadra que comprara mi abuelo materno, ahora mi casa, arropado con la tibia presencia de mis antepasados, fantasmas inmóviles, cada cual en su rincón, con su vida quemada que yo veo como una olorosa flor blanca, más allá de la hoguera invisible que consume el tiempo.
       Lo termino mucho tiempo después, y como al Coronel Aureliano Buendía, algo de este libro se me queda en la memoria: una infancia, un añejo regusto a tequila mejicana, unas tierras lejanas de creencias ancestrales. 
       Así este libro, sencillo y trascendente.






El autor lee uno de los muchos buenos relatos
que tiene el libro



Manchas


Caminan rápidas entre hileras de casas, con la ventaja que les da la noche.
Asumen ese anonimato plano y cierto que les permite no hacer visibles sus locuaces colores. 
A las manchas llenas de color que se escapan de los lienzos, a veces, les ocurren estas cosas; dependen de algo que las oculte, ya que irradian una energía que las convierte en focos de atracción.
Son apátridas, agnósticas y mujeres, o sea inteligentes y activas frente a la posibilidad de verse encerradas en un lugar al que no pertenece su cuadro. 
Huyen de un saqueo que les destroza su alma de funambulistas tramposas; no andan entre hilos de alambre, se sujetan con hilos de seda invisible que atraviesan el lienzo. 
Alguien decidió que su lugar no era el que ocupaban y, sin preaviso, descolgó el cuadro y desclavó el lienzo. Pero mientras el saqueador enrollaban la tela, se escaparon. 
No quieren ir a parar a un cuarto oscuro, de una casa llena de mujeres erráticas, de las que dicen están casadas con un Dios. Ellas, que son solteras de nacimiento, allí se morirían de desolación: su color se desvanecería, sus hilos de seda amarillearían volviendo vieja a la tela. Se sacuden espantadas sólo al atisbar esa posibilidad.
Buscan la dirección para volver a la paleta de donde partieron, ése es su lugar. Allí no existe el ostracismo, hay líneas, otras manchas, pinceles, tubos de pintura, lienzos nuevos que las esperan y unas manos que les darán una vida nueva. 
La luz del día las sorprende en un camino de reflexión sin que acaben de decidir donde finalmente recabar. Tienen claro dónde no deben estar, de dónde partieron y quiénes son. 
Parece que la claridad les da una pista que la noche les ocultó con su capa de invisibilidad; deben volver a su cuadro, donde estaban colgadas, a su lienzo profético y amplio. Allí las puso el creador, su pintor. En Bechinos nacieron, crecieron y estaban colgadas; por eso esperan, que el día con su sabiduría las coloque en su lugar. 




A José Morea y su cuadro “El profeta en su pueblo”, descolgado de la iglesia donde estuvo ubicado 8 años. 






Cibeles

(Foto copiada de Google)

9-10-15. Hace cuarenta y ocho años que llegué a Madrid. Me costó que una capital tan grande entrara en mí, pero hoy, sin dejar de ser abulense de El Barraco, me siento madrileño de pura corrala.
ooooooooooooooo

Será porque soy de pueblo que escribo cosas añejas,
de labranzas y ganados, de miserias y de penas.
También por capitalino, quiero ponerme una prueba:
La Cibeles es la dama, será la musa más bella.
No sé si seré capaz de encender en esa mecha
la chispa de la medida, la cadencia y el fonema.

A ello voy, señora pulcra, en esa fuente y patena
donde se quita el Madrid el sudor de sus proezas
con permiso de las tropas del palacio de la Buena,
de la Buenavista, digo, de Colón y la Cabeza,
la Santa de San Isidro, que es el patrón de las ferias
con los bailes de Barbieri “pa” chulapos y morenas.

Quién te lo iba a decir, que mirando a Muñoz Seca,
tu plaza, que no es la tuya, Castelar es quien la ostenta,
junto al Palacio de Murga y la calle Juan de Mena,
los fantasmas de Linares y el banco de las monedas,
Recoletos y Barquillo y la Gran Vía, eterna:
solaz de reyes y nobles y los guapos de tu Grecia.

De las diosas del amor serás la más satisfecha,
además del pastor Atis todo Madrid te venera,
y hasta el que viene de pueblo enseguidita se ambienta
entre El Retiro y El Prado como quien ya no es de fuera,
porque Madrid es Madrid y a cualquiera nos alberga,
gracias a su casticismo y a Cibeles, que es su reina.

La voz de los niños

Extraída de Google
       Vemos la televisión. Los niños salen a un escenario y cantan. Los familiares aparecen de vez en cuando, a veces solos, a veces en imagen partida, con su ataque de nervios y sus lágrimas, y su amor de padres, y de abuelos, y de tíos. Hay un jurado, tres cantantes de reconocido prestigio sentados en unos sillones rojos, de espaldas, escuchando. Si les gusta lo que oyen giran el sillón y entonces a ellos se les cumple la ilusión que les ha llevado allí. Entonces ellos saben que cantan bien y que podrán seguir adelante, que sus sueños se van haciendo realidad.
       Es todo muy emocionante. A mi derecha, él, mi marido, parece que fuera a llorar. Yo recuerdo el patio de mi niñez, la mesa sobre la que yo subía mis ilusiones de artista. Fue mi padre quien me hizo realidad los sueños. Estaban hablando él y otro hombre, y mi hermana cantaba en algún lugar de la casa. ¡Qué bien canta tu hija! Y entonces mi padre dijo que sí que cantaba bien, pero que mejor cantaba yo, y me puso su mano sobre la cabeza. Recuerdo esto y digo: “Si yo fuera niña, iría a este programa”.






Presentación de libro

Centro Cívico La Bolsa
(Palacio John)

C/ de la Pelota, 10. Bilbao.
Viernes 09/10/201519:00 horas


PRESENTACIÓN DEL LIBRO

El yo digital de Elías Quimey 
y otras historias inverosímiles
de 
Santiago Solano Grande


¿Quieres comprarlo?



Oculto entre palmeras

       Arena y más arena. Se diría que no hay otra cosa en esta isla maldita. Pero yo sé que él está cerca, oigo sus murmullos en su loco deambular. No tardará en encontrarme, en liberarme de esta prisión de madera para que pueda volver a brillar con todos mis doblones.
       Tris, tras. Pasos que se acercan. El golpe de una pala que se entierra.
       Estoy listo para encontrarme con Ben Gunn. Los hombres volverán a matarse por lo que llevo dentro, el tesoro de Flynn.


Y ahí estabas, mamacita

       Y ahí estabas mamacita, con el corazón de tus labios roto, sentada sobre tu ropa húmeda por la triste tormenta de tus ojos. Te había golpeado otra vez, llorabas en silencio. sin decirnos nada te besé y acaricié tus mejillas. Y ahí estabas: con tu cuerpo de mujer hecho jirones, roto el cristal de tu existencia, rota de ilusiones. Rota de sueños y esperanzas. Contemplando tu dignidad en aquel fango maloliente. Me veía en la tristeza de tus ojos, rojos de tantas vigilias, escondidos en el laberinto de ojeras de miedo y de injusticia. Nos vamos, dijiste: ¡Basta de humillaciones, golpes y hambres! Y salimos caminando, sin rumbo y sin dinero… Sólo caminando.
       Nos fuimos hasta el límite del pueblo, tú cargabas la amargura de los siglos en el alma. Yo, cogido de tu mano, con mis ojos de niño muy abiertos miraba otra gente, otras casas, un mundo extraño que podría llamarse libertad, pero no dimos el paso que faltaba, no pasamos de ahí. ¿Cuántas veces tratamos de buscar la dignidad perdida? ¡Cómo me dolía ver tu rostro! Lacerado como el Cristo de los pobres. Tus labios con la mueca de un grito suspendido, la pena de cada humillación sin eco. Sin auxilio, sin amparo, cargando la vergüenza del silencio. Desandamos los mismos pasos de siempre, los pasos de repeticiones de bajar la mirada; de llegar a ser inferior, después de tanto escucharlo, y cargar las invisibles cadenas de la esclavitud. ¡No llores mamacita!... Un día se borrarán las huellas de nuestros pasos Y… ¿Entonces? No sabremos cómo regresar.

Adiós cansado



Esta noche retenme junto a ti.
No quiero andar muy lejos.
Estoy cansada de volar bajito
persiguiendo quimeras, sin remedio.


Esta noche prefiero tu calor.
Enséñame tus libros y tus cosas.
Ayúdame a entender por qué la vida
tiene que ser así.


Invéntate una historia, si hace falta.
No me dejes marchar, te lo suplico
que esta noche no quiero despedirme
con el cansado adiós de un fugitivo.





Cadencia de nieve

Extraída de Google



    A mi primo Antonio Úbeda, que se marchó entre caden-cias de escarcha.




¿ Te acuerdas del sol yerto
y humilde, en la mañana,
 que brilla y tiembla roto
sobre una fuente helada?
(Antonio Machado)



Aflora la fuente sus lluvias
de terca memoria, guardando
entre sus piedras sueños indelebles.


Vientos de ternura acunan cenizas
y a muerte me sabe esta primavera
en que no escuchas los trinos que ríen.


Voy mordiendo sollozos
junto a esta cadencia que mana
tristezas sobre los pretiles.


Nadie presentía tu enlutado vuelo.
Te fuiste deprisa ─ sin adiós alguno─
sin tiempo para despedidas.


El dolor anida entre dentelladas
y brama el silencio tu nombre
sobre el parque vacío, en su aire.


Se afirma tu ausencia en la tierra,
en bancos y agua, senderos y estatuas.
Me llueven cadencias por dentro…


De hielo, de nieve y de lágrimas.



En la oscuridad de la noche

     En la oscuridad de la noche los malos presagios revoloteaban por la habitación impidiendo dormir, los pensamientos se sucedían vertiginosamente. Todo era confuso, terriblemente confuso, extraño, un caos donde los esquemas parecían romperse definitivamente.
     La noche era dura. Hasta las doce los vigilantes de los sueños acudían para comprobar cómo te encontrabas, cómo estaba la tensión, la temperatura, a ponerte el antibiótico, a darte algún medicamento para que pudieras dormir. Sus sonrisas iluminaban la espesa oscuridad, sus cariñosas palabras daban el añorado beso de buenas noches.
     Después te quedabas solo con las malvadas pesadillas que pretendían acabar con un ritmo de vida que había sido una válvula de escape de las miserias humanas que te rodeaban. Era mi mundo, aquellas pequeñas cosas con las que disfrutaba, aquellos amigos con los que compartía tantas inquietudes, aficiones, sueños, versos.
     En aquella soledad incómoda me venía a la cabeza multitud de cosas, demasiadas. En ocasiones, me sentaba en la cama, asustado. Veía, a través de las ventanas, el otro ala de la planta y, por sus pasillos semidormidos, se deslizaban los enfermeros y auxiliares, como fantasmas patinando por sendas luminosas. De pronto, desaparecían por las esquinas o entraban, solícitos, en alguna habitación de donde había surgido el grito monótono e insistente del llamador que había solicitado la presencia del amigo de la noche.
     Ellos permanecían ahí, perennes. Yo trataba de dormirme, me tranquilizaba su cercanía. Tal vez, muy pronto, tendría que llamarles para comentarles, simplemente, que tenía miedo de la oscuridad.


Donde


Extraída de Google



       Donde recogemos letras
       está el riesgo de un encuentro
       con la opulenta metáfora
       que nace en el oído
       desde nuestra astucia
       a la conquista de una idea
       donde convulsiona un verso



Dama negra


Extraída de Google


Nunca estuve tan cerca.
El aire era tan denso…
La inercia del abismo tiraba de mi pelo.



Era la soledad enloquecida,
los perros más hambrientos
dejando su reguero de inmundicia.


Detrás de todo aquello
me esperaba otra suerte
pero no supe verlo.
Siempre ha sido muy tarde.


Aquella madrugada
yo desaparecía por momentos
mientras el mundo giraba constante.


Nunca estuve tan cerca.