Contamos muy poco

Extraída de Google
       Porque sé que realmente me vais a leer unos pocos y dentro de esos la mayoría seréis autores, me atrevo a exponeros mi humilde opinión con la esperanza de que algunos me entendáis.
       Quería sincerarme con vosotros exponiendo unas consideraciones mías surgidas a raíz de la visita que llevé a cabo el miércoles y viernes de la semana antepasada a la feria LIBER, celebrada en IFEMA (Madrid) del 7 al 9 de octubre.
       La verdad es que la cita me encantó, me pareció de lo más interesante y, sobre todo el viernes, que estuve allí toda la mañana pudiendo asistir a un montón de conferencias y mesas redondas, lo pase en grande.
       Sin embargo, tengo que decir que todas esas locuciones escuchadas me llevaron a concienciarme de un asunto que no era la primera vez que sopesaba. Tras presenciar unas cuantas intervenciones de variada temática, charlas que salvo una o dos, realmente dirigidas a autores noveles con el claro fin de captarlos, no estaban destinadas propiamente a escritores sino a libreros, distribuidores, editores, correctores y traductores. Sí, había muy pocos creadores allí, esa es mi sensación.
       Como también lo es que en esas asambleas, en las que tras las conferencias o mesas redondas podía el público preguntar, creí percibir, puede que solo sea solo algo subjetivo pero aquí me hago eco de ello, un claro menosprecio y hasta hostilidad hacia los autores literarios. Y no se referían precisamente a los redactores de los cientos de manuscritos rechazados, no, ¡sino a los publicados!
       Sí amigos, yo me quedé perplejo, pero se respiraba un ambiente de camaradería entre esas diversas corporaciones, de mutua comprensión, mientras algunas de las opiniones que allí vertían los asistentes expresaban un sentimiento de hastío y desagrado por esos “petulantes, impertinentes e incluso incompetentes escribidores” que pretendían aprovecharse del buen hacer de las editoriales y resto de empresas del ramo. 
       Alegar de entrada que no pretendo convencer a nadie, pero para mí se trata de un estado de opinión real y generalizado que sin duda procede y es continuamente fomentado por los productores de obra escrita para justificar los abusos que ejercen sobre los creadores literarios. Y han conseguido que ese tipo de pensamiento sea oficialmente aceptado por la mayoría de nosotros. El de que pensemos que sin ellos no somos nadie, que si no nos escogen las grandes editoriales es porque somos malos escritores y solo la élite literaria tiene derecho a ser leída, a alcanzar los mercados, sin darnos cuenta de que es únicamente a ellos a quien interesa, por motivos puramente mercantilistas, limitar la producción a pocos autores y títulos.
       Pienso que se trata de una ideología exportada e impuesta desde y por el mundo empresarial para su propio beneficio y que ha calado entre los autores tras una labor muy concienzuda y sostenida durante muchos, muchos años. Y quizás por culpa de nuestra extendida vanidad, arrogancia, necedad y miopía intelectual, nos sumamos a ella con los ojos cerrados y proclamamos con mucho sentimiento: “Los cien más leídos, Yo y algunos amiguetes, con reparos, el resto hasta cincuenta mil, morralla”.
       Nada más lejos de la realidad, somos legión los que tenemos cosas importantes que contar a los demás y casi infinitos los que han de leernos. Por supuesto es una hipérbole lo que acabo de decir, pero si las matemáticas no engañan, hoy por hoy, en España, solo representamos los autores creadores de obra escrita, alrededor del uno por mil de la población.
       Un saludo, amigos.