del atardecer callado,
entre el murmullo
de los silencios
que susurran poemas
con versos perfumados
de antiguos aromas,
surge la luna
vestida de terciopelo.
Su inmenso poder
diluye las cicatrices
dolorosas de la tarde
y el horizonte, cansado,
descansa en su cálido
regazo de terciopelo.