Decían que era prostituta

Extraído de Google


       ...Y yo era un mocoso, y no sabía el significado de aquella palabra; decían que en la esquina de aquella avenida, todas las noches su cuerpo vendía. Y yo la miraba, cuando por las noches pasaba jugando. Nunca bajo la lámpara, le gustaba en la sombra ocultar su vergüenza. La gente murmuraba y algo decían sobre los pecados que matan el alma.
       Al pasar el tiempo, la contemplaba y la fui queriendo cada vez un poco. Cuando interrumpía mi juego de niños, la observaba con mirada franca; para mi su cara de una virgen santa, como las de la iglesia donde yo asistía. Con el paso del tiempo la fui queriendo, cada vez un poco. 
      Decían que era prostituta y yo no sabía el significado de aquella palabra. Un día un muchacho se atrevió a ofenderla, a decirle cosas feas de las que dice la gente; cegado de ira le pegué en el rostro, le pegué en el cuerpo, le pegué muy fuerte, con todo el coraje que llevaba dentro, y ella lo supo; y un día soleado me dio un caramelo y una sonrisa que aquí llevo dentro. En el mes de mayo a la iglesia fuimos y a todos los niños nos dieron blancas azucenas, para entregarlas a Santa María. Caminamos derechos, muy serios y todos la flor a la Virgen dieron. Yo guardé la mía, la oculté en mi pecho, bajo la tierna mirada de la Reina del Cielo Y cuando salimos la escondí en secreto. Aquella noche, después de la cena, tomé la azucena sin decir palabra. La llevé a la esquina de aquella avenida, y casi temblando la dejé en la mano de aquella señora. 
      Ella doblando su cuerpo, me dio un beso en la frente con tanta ternura, y tanta tibieza, que podría jurarles, ¡me sentí en el cielo! Le dije mintiendo con voz temblorosa: 
       ─ ¡Esa flor se la manda la Virgen María! 
       Ella la guardó en su seno, me acarició muy bonito por todo mi pelo. Se perdió en la noche oscura… muy bien lo recuerdo. Muy solo desde aquella noche, desde mi ventana al farol contemplo.