Es un momento vago.
Llevo puestas las gafas de ver el presente.
Se han parado a la fuerza los vaivenes,
el ritmo está dormido.
No hay rotos a este lado de la calle.
He enterrado las costillas muy hondo en el sofá.
No oigo el aleteo del mandato.
Tengo la indiferencia conectada,
los mordiscos con la costra reincidente,
y cerca de la nuez a un tal Joaquín,
sabineándome la tarde.