Libertad, ¿para qué?


Extraída de Google
   
Aquel lunes de abril, la plaza se llenó
de gente endomingada agolpándose frente
al balcón del ayuntamiento
para vitorear al nuevo alcalde.

Cuando el señor alcalde
se asomó la balcón municipal,
estallaron los "bravos",  entusiastas aplausos,
y voltearon las campanas.
El cura y el alcalde militaban
en el mismo partido.  


          — Queridos convecinos.
          ¡La Libertad por fin es vuestra!  


Los gritos le impidieron por algunos minutos
poder continuar.  


           — Queridos convecinos desde ahora    
          y bajo mi mandato ¡La Libertad es vuestra!
          En este pueblo, por ejemplo,
          si queréis ir al cine  ¡nadie podrá impedirlo.  


Flamear de pañuelos, gritos, lágrimas.


          — Y si por el contrario en este pueblo
          queréis ir al teatro  ¡libres sois para ir!  


Después  que el nuevo alcalde
saliera varias veces al balcón,
la muchedumbre poco a poco
se disolvió por las tabernas
a mojar el gaznate seco de cánticos y gritos.


El alcalde olvidó, deliberadamente,
que en su pueblo no había ningún local en donde
pudiese proyectarse una película
o montar una obra de teatro.


... de "Mis personajes se pasean por La Red", 
Colección "Li-Poesía, Nº 7", 2011