El jazz recorre los silencios

El jazz recorre los silencios
penitentes de la noche.

El poeta, infatigable soñador,
busca aquellos versos
que le permitan alcanzar
las esperanzas luminosas
del amanecer.

Las notas juguetonas
esconden sus vergüenzas 
tras la roída alfombra
de los recuerdos.

Una cuartilla en blanco 
se va llenando de sueños
imposibles, presentimientos 
enloquecidos por el embriagante
sopor de la soledad.

El saxo fustiga al delicado piano
con su dolor amargo.

El piano aguanta los insultos
borracho de una ginebra
barata, trata de
enarbolar su delicadeza
habitual.

Pero es imposible,
las notas luchan entre ellas
y no se ponen de acuerdo.

La cuartilla se llena de palabras
que, seguramente,
se pierdan en un poema
desconocido.

El jazz saborea con la luna
el último sorbo del amanecer.