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Extraída de Goolge |
Elías Quimey, Onésimo Painel y Adrián reciben el estruendo del vértigo y la caída del mar de datos como un escalofrío. En el horizonte, más allá del fin de la tierra, no se unen cielo y mar. El cielo se prolonga unos kilómetros hacia la oscuridad, hacia la negrura de la nada que se hace cuantificable y se transmuta en una pared de ladrillos de ausencia.
El mar de datos se pulveriza, se descompone, se hace espuma y cae al abismo, hacia el hermético abajo, hacia la profundidad impensable. La nada y la profundidad se parecen, aunque no sean lo mismo.