Mirada

Extrída de Google






Subes la acera a golpes
por el peso de tu coraza
que se quedó pequeña,
tapando tus ojos con un antifaz
bordado en espuma de canela.


Sílabas de porvenir angosto
suenan en una guitarra
a gemido azul te quiero,
que ayudan a recoger
las alas de las libélulas
satisfechas, al morir cada día.


Te peinas el alma,
que no se le enrede nada,
por las calles del deseo
por si tus ojos prendados
encuentran su mirada.