Sin futuro

Extraída de Google



El maestro del agua no se queda entre las cuatro paredes del cine, se viene con nosotros en el coche, de vuelta a casa. Se sienta en el asiento trasero y le coge la mano a esa mujer vestida de negro con velo sobre la cara que irradia tristeza. Y ya se sabe, quien recibe demasiados rayos solares, al final se quema. Así esta desesperanza.
       Vemos ese valle lleno de cadáveres literarios, esa prédica en el desierto. Y, de nuevo, la sensación de que no hay futuro, de que no habrá mañana. Y el sinsentido de la vida como una certeza.