Tras un largo silencio

       Tras un largo silencio regreso con las palabras rotas. Las tardes azules y alegres del ayer han envejecido prematuramente y, sobre mis cuartillas blancas aun sin estrenar, brotan unos sobresaltos desconocidos.
       Tengo miedo. La noche eterna se me insinúa y me arrebata las ilusiones del alma. Las esperanzas, mis vanas esperanzas, vagan por los atrevidos rincones de un tiempo extraño. Aún sueñan, no sé qué, pero todavía confían en el mañana. Ha de pasar algo, la vida no puede ser tan ruin y robarme lo único que me pertenecía. La palabra.
       Ahora, mis manos tiemblan, están frías, heladas, jamás han acariciado. Los poemas lloran, como siempre y también, como siempre, los versos se mueren de melancolía.
       Me voy, tal vez, jamás regresé del recuerdo.