Rojas mi compañero de secundaria

      Siempre tenía una carcajada tratando de escaparse de la boca, por ello en cualquier situación en que se debía respeto y silencio, la aprovechábamos para disfrutar de los resultados, fuera cuando el Director de la Escuela trataba de enseñarnos las virtudes de la civilidad o en alguna ceremonia en donde el silencio se imponía. Reconozco que nos habíamos portado mal y merecíamos una reprimenda. Por ello los tres muy serios esperábamos al señor Director en su oficina. Tomás sacó del bolsillo un lápiz y en un trozo de papel hizo unos trazos rápidos que para nosotros representaban a la autoridad de la escuela y a un estudiante indefenso. Con el ingreso del director, guardó el papel en su bolsillo.
       Como era de esperarse, como una tormenta de invierno cayó sobre nosotros las palabras de autoridad del director, mientras Ireneo entregaba el papel en manos de Rojas, este lo guardo unos segundos en el puño cerrado, la duda fue más fuerte que las recias palabras que sobre nosotros caían. Con la vista al suelo contempló la imagen, primero sus labios se extendieron, los ojos se cerraron y una hermosa carcajada brotó de su garganta, mientras Ireneo y yo mostrábamos una seriedad intachable. El director con su pequeña estatura se le vio crecer, enrojecer su cara y estallar en denuestos. Salimos bien librados, Rojas permaneció con el señor Director por horas.