Reglas rotas







       Voy apuntando en un calendario las veces que mi yo digital se salta las normas de mi yo orgánico. Está claro que hay entre los dos un problema irresoluble, como si la materia y el espíritu estuvieran reñidos, como si la exactitud del número no encajara en la enmarañada selva de los pensamientos. 

      Hay una cadencia de siete días que se rompe de cuando en cuando. Siete es impar. Es como si la inamovible pauta causa efecto en mi yo digital de repente avistara otros mundos posibles. Ahí es cuando rompe mis reglas y todo se tuerce, y llega el dolor.