31 años



Cómo decirte, amor, que, con el tiempo,
se disuelve tu rostro entre la niebla
y, sin embargo, el hueco que dejaste
sigue estando vacío.

Es difícil pensarte, con tu imagen
cada vez más borrosa,
esa mezcla entre el niño que fuiste
y el hombre que imagino y no conozco.

Seguramente ahora, si estuvieras aquí,
tendrías que marcharte como tantos
a buscarte esa vida que el destino
te arrebató a deshora.

Quizá celebraríamos tu nuevo cumpleaños
unido a tu probable despedida
hacia mundos más prósperos
que acogen la ilusión de muchos jóvenes.

No sé, mi amor, trato de imaginar cómo serías,
qué sorpresas tendrías preparadas,
qué secretos dolores, qué entusiasmos,
qué amor impulsaría tu andadura.

Y yo me quedaría, como siempre
mirándote marchar, esperando tu vuelta
para, al menos,
celebrar este nuevo cumpleaños.