Quince minutos después

Extraído de Google


       El sol vuelve a oscurecer las grandes estrellas del celuloide de las letras, tras una noche de lluvias y un día de ayer de dolor perineal y viaje. La nonagenaria se sentó de copiloto. Hizo todo el trayecto despierta, no como los de los asientos de atrás que dormitaron. La sala en la que se presentó el libro se llenó, aunque quince minutos después de la hora prevista.
       Nosotros estábamos como el editor, hastiados de tanta palabrería excesiva de poemario y de poeta; máxime cuando los versos no nos llegaban al corazón, se quedaban en el papel, encerrados en sus palabras.