Una ola en La Habana


Salta hacia la barandilla del malecón
una ola aspirante a poeta,
adivinando el origen de los fantasmas,
prediciendo, como Casandra,
el suicido de las casas
de esta ciudad que se fuga en bicicleta.
Quiere adoptar todos los relojes,
cotejar eclipses en el atardecer
con sonidos de danzón y calcetines blancos,
conjurar el arcano del porvenir,
a pesar de que sabe, que no es un buen día,
hace veintiocho grados de temperatura
y así nadie se deja besar.




... de " Las piernas de la libélula", 
Colección "Li-Poesía", 2007