Y la tierra gira...


       Hoy, Mmm no ha salido de la cueva. Ha encendido fuego con dos palillos y, después de reparar el hacha, ha hecho la mezcla de sangre e hígado desmenuzado. Ha cogido el pincel fabricado toscamente con pelos de búfalo y se ha dispuesto a pintar. No sale nunca cuando se abren las puertas del cielo y comienza a manar agua por la panza del cielo. Además, todo aquel conjunto de resplandores y ruidos atronadores le dan miedo y se encuentra seguro dentro de la caverna. Mmma duerme, feliz. No hay nada que hacer cuando llueve. Tan sólo permanecer abrigados y tapaditos con las pieles que durante el verano han podido arreglar, fruto de las interminables y fructíferas jornadas de caza de los machos.
       Mmm recuerda los días cálidos, cuando con los otros miembros del grupo salían a encontrar comida. Búfalos, caballos salvajes, algún felino despistado, cebras, e incluso, un día, un mamut. Ahora, intentará reflejar eso en las paredes de la cueva. Hace tiempo que se esfuerza pero no acaba de estar satisfecho. Hoy lo hará por enésima vez y, tal como le salga, lo dejará estar. Mañana, si no llueve, todo el clan levantará el campamento y dejará estas tierras, tan baldías desde hace un tiempo.

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       Mon hoy ha permanecido en casa, bajo las cálidas frazadas con Montse haciéndole compañía. Llueve y hace frío. Con la calefacción apagada, claro, no puede permitirse tenerla mucho tiempo encendida. Cuando la chica se ha ido, ha cogido un lápiz y un bloc pequeño de anillas y ha comenzado a escribir. Escribe con lápiz porque no le gusta cuando se le escurre la tinta del bolígrafo y el azul traspasa de hoja en hoja. Aún no sabe porque escribe pero se siente feliz cuando lo hace. Le gusta que otros lean lo que suelta aunque no le importa mucho la opinión que tengan. Sólo escribe para ahuyentar las brujas aunque a veces sus escritos las atraen. Montse ha salido a las calles a repartir propaganda. Es el trabajo que tiene actualmente y, durante cuatro horas al día, debe caminar y caminar dejando catálogos en los buzones. Aunque llueva, como hoy.
       Mon recuerda los días cálidos cuando salía para ir a la fábrica a hacer cordones para los zapatos. Allí se encontraba cada día con Montse y de vez en cuando se escondían en el almacén y hacían manitas y algo más, si podían. Ahora intentará reflejar todos los sentimientos de aquel tiempo en el bloque de tapas rojas. No acaba de gustarle como queda el texto. Pero lo deja estar. Mañana, llueva o no llueva, el camión se se llevarà todo lo que tienen hacia una nueva vivienda, más pequeña, más barata, hacia un país donde el frío no los confunda. Dejará estas tierras, donde no encuentra trabajo desde hace un tiempo.
       Después de tantos y tantos siglos, hoy se reencuentran Mmm y en Mon, Mnna y Montse ...
       Y la tierra gira, todavía y siempre, en torno al sol ...