La cita

Extraída de Google

       Había estado esperando al nuevo administrador durante todo el día, y eso la tenía bastante nerviosa.
       Amanda revisaba las facturas de la granja en un ambiente de excesivo calor, que la tenía totalmente exhausta. Su anterior capataz, por motivos de salud, se había trasladado a un sitio menos húmedo, dejándole a su cargo toda la responsabilidad y trabajo inherentes a la hacienda. Estaba tan agobiada y cansada, que decidió tomarse un respiro, y se fue a cabalgar en su caballo blanco.
       A su regreso, ya más relajada, pudo ver en el porche a un caballero alto y guapo, vestido elegantemente, con sombrero blanco, y de ojos almendrados color verde. Su piel, tostada por el sol, favorecía aún más su aspecto varonil y criollo.
       Después de haber intercambiado algunas palabras, Amanda estimó conveniente invitarle a cenar, y fueron a una glorieta situada en el patio trasero; donde años atrás su padre, aficionado a la jardinerÍa, había sembrado gardenias y lilas, dando a la tarde un toque mágico debido al aroma que desprendían las flores. Asimismo, había parras de uvas que colgaban en sendos ramos, y lucían todo su esplendor. Una música de fondo amenizaba la tarde.
      La cena era deliciosa, a base de perdiz estofada con dátiles y frutos varios, caviar, champagne, y la pincelada necesaria para disfrutar de un ambiente especial, se lograba con un candelabro de color oro, de luz tenue, exquisitamente adornado con rosas blancas. Cabe asimismo destacar un valioso cofrecito de nácar, en una mesita cercana a los dos, del cual asomaban tímidamente unos habanos de gran calidad, que su padre había traido de la India en su último viaje.
      De pronto, irrumpió en la estancia su criado…señora, señora, ¡despierte!...recuerde que tiene una cita con el abogado… a las 7.